Capítulo 34

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En ocasiones te encuentras con la verdad pero dañaste a la persona que más te ha amado ¿Aún es tiempo para pedir perdón?

Christian

Estos meses han sido más difícil de lo que pensé. El estar lejos de Anastasia solo me hizo darme cuenta que a pesar de todo la sigo amando, ningún momento deje de pensar en ella. Está a días de dar a luz. Frunzo el ceño, si mis cálculos no fallan ella quedo embarazada semanas antes de la boda, para ese entonces Luke aún no llegaba a nuestras vidas, eso quiere decir que el hijo que ella está esperando es mío. Elimino rápido ese pensamiento no quiero atormentarme y hacerme ideas que no son.

Entro al departamento y todo sigue prácticamente igual que cuando me marche. Leila pasa de largo y me indica que ira a dormir y yo asiento, voy al mini bar y tomó un trago, después de tantos meses vuelvo estar aquí en la misma ciudad donde también se encuentra Anastasia.

Me acerco a la ventana y percibo toda la ciudad, en algún lugar se encuentra Anastasia llorando la muerte de su padre. En el momento que Raymond murió Ethan no dudo en comunicármelo, pensé en venir para apoyar a Ana, pero después me arrepentí, mi orgullo pudo más.

El cansancio me vence, decido ir a dormir. Este cambio de horario me afecto.

Doy vueltas de un lado para otro, tengo un dolor en el pecho, como un mal presentimiento. Reviso el reloj y son las tres de la mañana y no puedo dormir, me coloco boca arriba y pongo un brazo en mi frente. El dolor del pecho no se me quita, observo a mi lado y Leila está dormida.

Sé que hice mal en aceptar que viniera a vivir a mi casa poco después de que deje a Anastasia, pero no sé si era mi miedo a estar solo, o que me sentí traicionado por la mujer que amaba y sigo amando.

Desde el momento en que llego a mi casa no pude rechazarla, el besarla solo elevo sus esperanzas de regresar conmigo, por más que he tratado de estar con ella no puedo, algo me lo impide. Jamás la he tocado, dormimos en la misma cama, pero entre ella y yo no ha pasado más que besos y caricias. Quise arrancarme a Anastasia del cuerpo y del corazón, que sus caricias ya no existieran en mi cuerpo, pero eso jamás paso.

Trato de conciliar el sueño, pero no puedo, me levanto y camino hacia el baño, por error tiró la bolsa de Leila y todas sus cosas caen. Muevo la cabeza, las voy recogiendo, estoy a punto de terminar cuando su celular vibra, me entra la duda a revisarlo, no son sus cosas de Leila y yo no tengo por qué hacerlo. Este vuelve a vibrar, respiro profundo la duda puede más conmigo y reviso el celular al desbloquearlo no puedo creer con lo que me encuentro. Mensajes entre Jack y ella en donde hablan sobre Anastasia y yo.

Ellos fueron los responsables de que yo desconfiara de Ana y la tratara cómo lo hice. Niego, no esto no puede ser verdad, soy un ser miserable, ¿cómo pude tratarla así?, Ana jamás me va a perdonar lo que le hice ni yo mismo puedo hacerlo.

De inmediato guardo el celular en un lugar seguro y voy hacia la habitación, Leila duerme muy tranquila, como puede hacerlo después de todo lo que nos hizo ¿Cómo?

—¡LEILA! —grito y ella de inmediato despierta y me mira sin saber porque grito— ¡Eres una estúpida! —me acerco a ella y la sujetó de los brazos, ella se queja, pero no me importa dañarla, es lo menos que se merece después de todo lo que hizo.

—¿De qué hablas? —me mira sin entender.

—¡Sabes muy bien de lo que te hablo, no te hagas la ingenua!

—¡Christian me estas lastimando, y no, no sé de qué hablas! —grita, ¿Cómo se atreve alzarme la voz?

—¡No te hagas estúpida! —quiero darle una cachetada, pero me contengo, no soy un hombre golpeador, además no quiero darle motivos para que meta una denuncia por violencia doméstica— ya sé muy bien que el imbécil de Jack y tu planearon todo para que yo desconfiara de mi mujer.

Amarte es mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora