Capítulo 08.|Hacer las cosas bien.

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El calor que sentía mi cuerpo en estos momentos era tan fuerte que por más que quisiera tener autocontrol y salir ilesa de esta situación no podía evitarlo. Me sentía ardiendo por tenerlo a él conmigo y no podía hacer nada para controlar aquello. Así me estaba sientiendo en este mismo momento, envuelta en una nube que me ha cegado por completo la razón. Se separó de mí solo un milímetro acariciándome la nariz con la suya, mientras la lluvia nos bañaba completamente. Inesperadamente me tomó en sus brazos haciéndome lanzar un grito de sorpresa y caminó conmigo a su auto entrándome en el lugar del copiloto y cerrando la puerta detrás de él.

—¿Qué estás haciendo?—Le pregunté mientras lo veía tomar asiento en el lado del conductor.

—Nos vamos de aquí.

—¡Estás loco! Yo no puedo irme y dejar el auto de Dylan en medio de la calle.—Grité e intenté bajarme del auto pero ya lo había puesto en marcha.—¡Detén el auto, Justin!

Aceleró más fuerte y clavé mi mirada en él.

—¿No me estás escuchando?—Volví a gritarle demasiado enojada. No puedo dejar el auto de Dylan en medio de la calle abandonado, Dylan me matará.

—Le enviaré un mensaje para que venga a recogerlo.—Respondió con voz calmada.

¿Pero quién se cree?

—¡No puedes hacer eso, detén el puto auto!—Reclamé una vez más pero el parecía no escuchar.

Yo no veía con claridad el camino, que suerte que no conducía yo.

—Deja de gritar, Dylan ya me respondió y está en camino para buscar su auto, así que tranquilízate mujer.—Dijo algo desesperado, pero no me importa, a él nadie lo manda a como quien dice secuestrarme.

—Detén el auto, no voy a ir contigo a ninguna parte. ¡Carajos, Justin! ¿Me estás escuchando?—Estaba alterada, desesperada, enojada, fúrica, quería lanzarme por la ventana, lo juro.

Detuvo el auto de un frenazo del cual no me hubiera salvado si no hubiera tenido el cinturón de seguridad puesto.

—Te voy a aclarar dos cosas. —Dice hablando con firmeza.—Primero, no vas a salir del auto sin mí y segunda, deja de gritar mujer porque me estás desesperando.

¡Genial! Ahora estaba literalmente secuestrada. Me crucé de brazos y fijé mi vista en la ventana por donde realmente no veía nada, la lluvia había cubierto la ciudad. Pasaron unos minutos de silencio entre los dos, solo la radio se escuchaba con una canción que no logro saber cual es por la tensión del lugar. Tomando un suspiro enfoqué mi mirada al frente antes de hablar.

—¿Sabes que puedo acusarte de secuestro?—Sé que es una estupidez pero no tengo nada que perder.

Rió despacio sin dejar de mirar al frente.

—No es un secuestro si tú también estás de acuerdo.—Dijo con su tono de coquetería.

—¡Pero yo no estoy de acuerdo! Prácticamente me llevaste en contra de mi voluntad.—Me defendí.

—Debby por favor tranquilizate y déjame hacer lo mío. Me conoces perfectamente, no voy a matarte mujer.‪—Dijo mientras aceleraba un poco más.

Me volví a cruzar de brazos dejando de mirarlo.

—Eres un idiota.—Solté enojada.

—Y tú eres una preciosura.

Sí claro, no me iba a convencer con eso.

—¿A dónde vamos?—Pregunté ya que vi que tomó un camino distinto al de mi departamento.

Sonrió de lado.

Ámame Sin Importar Qué #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora