Life and death

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Hacía siglos que no pensaba en mi hermana. Quizás para no seguir martirizándome por aquello que hice hace tanto tiempo, o tal vez para crearme una falsa realidad. Una en la que ella estaría muerta y no habría tenido que sobrevivir a la maldad de este mundo. Pero, como siempre, la vida me da de bruces presentándomela aquí y ahora, enfrente de mis narices.

—Veo que Paul también está aquí. Aunque no por mucho tiempo, gracias a mí. —su voz me aterroriza completamente.

No soy consciente de que casi caigo al suelo de no ser por los brazos de Daryl, que me sostienen firmemente de la cintura. Su tacto quema contra mi piel a través de mis vaqueros, como si fuera la primera vez. Pero decido ignorar ese fuego para intentar procesar las palabras de Nicole.

—¿Has querido matar a tu propio hermano? —susurro en un hilo de voz, completamente petrificada.

—No sois mis hermanos. Dejasteis de serlo cuando me abandonasteis. —masculla entredientes.

La culpa empieza a hacerse presente en mi sistema. Si la hubiese buscado hasta destrozarme los pies y la hubiese encontrado, nada de esto le estaría pasando a Paul. Todo es culpa mía.

—Vámonos, Bella. Necesitas descansar. —me dice Daryl suavemente cuando me ve al borde del colapso.

Su contacto en mi cintura se intensifica, obligándome a salir de ahí lo más rápido posible, intentando que no peligre más mi salud mental.

A partir de ahí no me acuerdo cómo llegué a la enfermería al lado de mi hermano. Lo único que recuerdo es a Daryl parándome en medio de Hilltop, agarrando mis mejillas con las dos manos y prometiéndome que todo iba a estar bien y que él se iba a encargar de todo.

No supe cómo sentirme o reaccionar en ese momento. Mi cuerpo está en un estado zombie, vagando por la Tierra sin rumbo fijo.

Siddiq y Enid me explicaron que Paul había entrado en coma, pero que no existían muchas posibilidades de que volviera a despertar. Me quedé muda. El nudo en mi garganta me impidió articular una frase entera.

Las siguientes dos noches me las pasé a su lado, como él había hecho conmigo anteriormente un par de veces. No probé ni un solo bocado, aunque me martirizaba la idea de que no estaba alimentando a la vida que se formaba dentro de mí, por muy poco que me importara ahora ese bebé. El estómago se me cerró completamente. Únicamente bebía agua para, literalmente, no morir.

Mi mente no estaba en el presente, sino en el pasado, recordando toda nuestra infancia. Los recuerdos salían a borbotones de mi boca, esperando que eso fuera un incentivo para que mi hermano despertara.

Pero no lo hizo.

Rosita, Tara, Aaron y Daryl visitaban la enfermería constantemente, pero yo tan solo les dirigía una mirada apenada y continuaba analizando la situación de Paul. Hasta que, al caer la noche del tercer día, apareció la tan familiar cara que tanto había echado de menos.

En cuanto sus brazos rodean mi pequeño cuerpo, no puedo evitar derrumbarme.

—Zach... —las lágrimas me impiden hablar con claridad.

—Shh, ya estoy aquí, mi amor. —sus firmes manos masajean mi cuero cabelludo en un intento por liberar todo el estrés y la tensión acumuladas durante estos días.

—No puedo más, esto es demasiado para mí.

Zach creerá que me refiero a mi hermano, pero no es solo eso. Se acumula en mi interior la vuelta de Daryl, el descubrir que tengo un bebé dentro de mí y el volver a ver a mi hermana. Cosas de las que no tiene ni la más remota idea, y que tampoco me apetece contarle ahora.

Silence the Whispers | Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora