Silence the Whispers | Daryl Dixon

Sick

Alexandria había tenido unos días bastante tranquilos, casi sin incidentes. Pero en este mundo nada puede permanecer así.

Estoy en la enfermería esterilizando todos los instrumentos que se han usado durante el día cuando Daryl entra cargando a Lydia en brazos.

—¿Qué ha pasado? —pregunto sobresaltada.

Daryl la acuesta sobre una camilla y se acerca a mí.

—Le han dado una paliza.

Con todo el cuidado del mundo, empiezo a examinar a Lydia.

Tiene algunos cortes repartidos por la cara y los brazos. Subo su camiseta para encontrar dos grandes hematomas amarillos que tienen muy mala pinta.

—¿Quién mierda ha hecho esto? —espeto furiosa.

—Unos chicos junto con una mujer, pero ella está muerta. —le miro con el ceño fruncido. Me espero lo peor. —Negan la ha matado.

—Solo estaba defendiéndome. —justifica Lydia antes de que pueda dar rienda suelta a mis pensamientos. —Tienes que protegerle, Bella. —me suplica con la voz rota.

—Lo haré, mi amor, no te preocupes. —la tranquilizo.

Curo sus heridas y aplico un poco de pomada en los golpes. Con suerte, en una semana estará como nueva.

Mientras guardo los algodones y el alcohol, no puedo evitar pensar en lo que le espera a Negan si no hago algo.

Llevan meses intentando buscarle las cosquillas y algo que poder sacar de contexto para mandarle de vuelta a la celda.

Y esta situación les ha dado justo lo que necesitaban.

—Echo de menos a mi padre. —oigo decir a Lydia en un hilo de voz.

Daryl se sienta a su lado y la abraza con todas sus fuerzas, siempre tratando de no hacerle daño.

La escena me inspira ternura y a la vez tristeza. Está claro que han estrechado lazos debido a su parecida situación.

Alfa maltrataba a Lydia, y el padre de Daryl a él y a su hermano.

Parpadeo varias veces para volver a la realidad y carraspeo mi garganta.

—Voy a hablar con Negan. —les informo. —Podéis ir a mi casa y descansar un rato, si queréis.

Ellos asienten y yo me dirijo a las celdas.

Por el camino, encuentro a un gran grupo de gente reunida alrededor de lo que creo que es el cadaver de la mujer.

—Ya no está Rick para protegerle. —escucho decir a un hombre desde lejos.

—Ya, pero está ella. —añade otro mientras me miran de reojo.

Si mis miradas matasen, estarían ya a dos metros bajo tierra.

Al llegar a la celda me encuentro a Negan tumbado boca arriba en la cama, apretándose el puente de la nariz con sus dedos.

Mis pasos le sobresaltan, pero se tranquiliza al ver que soy yo.

—Bella. —su voz suena desesperanzadora. —No fue a propósito.

—Lo sé, tranquilo. —apoyo mi cabeza entre los barrotes.

—No quiero volver a este cuchitril. Prefiero morir antes.

—No digas eso. —le ordeno. —Te voy a ayudar.

[...]

Entro al consejo y veo que están todos reunidos.

No me han avisado.