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Cuatro meses.
Cuatro meses viviendo con Shōto.
Debe admitir que han sido cuatro meses maravillosos.
Y aunque, técnicamente, vive con él hace siete meses, es en los últimos que más ha disfrutado de su compañía.
También descubrió que, pese a ser su mejor amigo y conocerlo hace años, hay muchas cosas que no sabía de Shōto, cosas que desearía haber notado antes.
No sabía lo adorable que se veía al despertar, con el cabello revuelto, con los ojos entrecerrados y con el ceño fruncido. Jura que en ese momento el bicolor parecía odiar todo tipo de luz. Bostezando constantemente, diciéndole "buenos días" con la voz adormilada, y una muy diminuta sonrisa.
Tampoco sabía que tomaba leche de fresa para poder dormir; según el bicolor, le ayudaba a tener lindos sueños.
Aún recuerda su cara cuando le dijo eso, la seriedad reinando en toda su expresión.
Ridículamente adorable.
Tampoco conocía la cara de concentración que ponía al trabajar o estudiar, en secundaria parecía que le aburría hacer tareas, incluso siendo uno de los mejores de la clase.
Tampoco había visto la manera en que rodaba los ojos cuando hablaba con su padre, o como hacia muecas mientras lo imitaba con una voz aguda.
Ni sabía que su videojuego favorito era Mortal Kombat.
No estaba seguro de si sentirse mal por no saber esas cosas sobre Shōto, o sentirse bien por poder notar esos detalles cada día.
La estaba pasando tan bien.
Realmente bien.
Entonces, ¿Por qué...?
— ¿Puedes repetirlo? —
—Natsuo por fin llegó de sus vacaciones. Y en verdad Katsuki, yo no quiero incomodarte más—
"¿Incomodarme?"
—Me iré un rato con él y trataré de conseguir un lugar el próximo mes. Pero si quieres, seguiré viniendo, será como antes...—
"No quiero que sea como antes, no te vayas"
El rubio bajó la mirada, en verdad no quería que acabara.
— ¿Katsuki? —
—Haz lo que quieras—Dicho eso, salió del departamento, dejando a Shōto sorprendido, confundido y sobretodo, decaído.
Él tampoco quería irse.
Pero no iba a ser egoísta, siente que ya ha abusado mucho de la amabilidad del rubio.
Después de haber recorrido varias calles, Katsuki estacionaba en el que es su lugar favorito, en esa colina con una vista maravillosa. Sin importar la hora que sea, siempre se podría apreciar la belleza de la ciudad desde ahí.
