Su mundo.
Los hombres tenían miedo de demostrar toda debilidad que pudiese ser usada, se avergonzaban de tener sangre y lágrimas como todo ser humano y se deshacían en hacer cualquier cosa para evidenciar tal "deficiencia', porque querían pretender una perfección similar a la de su deidad. Quise pensar que por eso se estremecían al ver las cicatrices y las heridas cubiertas por la medicina sobre mi piel que desvelaban mi naturaleza humana. Porque para ellos yo era humana, no un ciervo como los demas. No me avergüenzo de las expresiones de mi rostro porqué pueden manipular los corazones, tampoco de las lágrimas que me permiten verme inofensiva o la sangre que se derrama mostrandome lo débil que soy, y mucho menos podría llegar a a odiar las profundas cicatrices que me recuerdan a quienes debo de eliminar.
Son ventajas y recuerdos.
¿Por qué avergonzarse de algo tan banal?
Conecté mis muñecas y las extendí a su dirección sin más.
—¿Qué esperas?
No podría llegar tan lejos aunque lo desease con todas sus fuerzas porqué yo no era cualquier mujer.
—Si no puedo herirte... quizás lo mejor para ti sea simplemente desaparecerte, mi pequeña Mishail.
Acercándose sostuvo mis muñecas con una mano y con la otra acaricio mi rostro con una ternura inigualable que podría derretir mi helada indiferencia. No evité su tacto, jamás debería de enseñarle una vez más lo mucho que me debilitaba.
—Está bien.
Sonreí risueñamente. Fue la primera vez en mucho tiempo en el que noté que de hecho mi mundo no se limitaba a Mishal Becka, estaban los tres chicos que dependían de mí, Istar, Zeion, incluso mi padre había comenzado a basar sus planes en mí, yo era indispensable para ellos hasta cierto punto, por lo que ya no era importante que tanto quisiera aislarme. Acerqué mi rostro al suyo, ambos quedamos a un centímetro de distancia y yo susurre en un tono muy bajo de secreto, como si lo que estuviera a punto de decir viniera de la misma caja de pandora.
—Pero... ahora... no eres el único que me rodea.
Mis palabras impactaron tanto en él que pareciese que su mundo se le hubiera caído a sus pies desmoronándose en tristes pedazos. La ira, desagrado y dolor que se expresaron en sus ojos me hicieron estremecer de pies a cabeza. Fue una exquisitez increíble de presenciar, estimuló cada parte de mi cuerpo y lo llenó de placer. Porque él, el hombre que me hizo llorar sangre, ahora mismo se estaba derrumbando frente a mi rostro.
》Y... no es ni un tercio de lo que yo he sufrido por ti.《
Con desagrado pensé y la emoción se esfumó de repente. Exhalando fuertemente y estirando mi cuerpo hacia atrás. De pronto me di cuenta que todos ellos nos miraban con ojos conflictivos. Corraspee divertida. La verdad es que estaba haciendo tiempo, hasta que...
—Señorita, romperé la puerta.
No me hizo falta dar permiso para que esta fuera azotada con una fuerza bestial. En algún libro que estudie habían mencionado que los Demovik poseían una capacidad bestial de obtener fuerza mientras estuvieran en los terrenos de sus dueños. Allí recostada sin mi camisa, con ojos esperanzados, Mishal frente mío con su tétrica expresión y rodeada de fuertes hombres tensos. ¿No me veía cómo una triste víctima?
La oscuridad en los ojos de Zeion me provocó mirarlo con mas insistencia para motivar ese instinto protector. Con labios temblantes y el ceño fruncido parpadeé débilmente.
—Z-zeion...
El anhelo en mis voz fue un espectáculo. En su mano sostenía a un hombre con mucha facilidad al cual arrojó y pude visualizar que era uno de los guardias de seguridad de la mansión.
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El secreto de Mishal. [+18]
RomanceMishail Becka era la definición de mujer fatal. Tramposa, seductora y victimista esperando como una víbora para atacarte a la yugular. Pretendía ser una buena hija en el Imperio Becka que creyó podia dominar... todo hasta que Mishal Becka la traici...