Lo que pasa

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Perspectiva del narrador.
La oji-esmeralda del grupo sugiere una pijamada en su casa, ya que se demasiado tarde para caminar a sus respectivas casas.

Cada uno de los adolescentes se encuentran inmensamente feliz por el día que recién había terminado.

El oji-grisáceo está tan inmerso en sus pensamientos que nisiquiera nota el momento donde la chica de cabello color chocolate  entrelaza sus manos  con las suya y la de la rubia.

Charlie intentaba ocultar su sonrojo ante la acción de la oji-esmeralda. No negaba que la chica que sostiene su mano es muy hermosa, y ni hablar de su sonrisa. Esa sonrisa hacía que el corazón de la rubia se detenga por momentos. Quizás, le gusta un poco, pero no se lo dira a ella. Por eso, como lo haría con cualquier otra persona, ella coquetea con Adis de vez en cuando.

Mientras tanto, la oji-esmeralda disfruta del calor que emiten las manos de sus seres especiales. En su interior ella desea que el momento se congele para apreciar un poco más de esa noche, justo como las otras veces que está con ellos dos y Benja. Pero claro, los chicos no significan lo mismo para ella, como la rubia lo hace. La pequeña chica rubia que tiene a su lado le parece muy tierna, y en menos de lo que había esperado, ella ya esta en sus pensamientos sin que se lo pida. Hasta cierto punto, Adis usa la excusa de no haber tenido una amiga hace mucho tiempo para ocultar la verdadera razón de sus pensamientos sobre Charlie, porque le da miedo aceptar esos sentimientos y salir lastimada. El hecho que la historia se puede repetir le aterra. Así que se convence a sí misma que es mejor apreciar el momento con sus amigos, sin tener sentimientos románticos.

-Oigan, pasemos por el parque. Asi aceptarme camino- sugiere Adis y nadie se opone.

Llevan la mitad de su recorrido cuando la rubia no puede más con sus nervios y se hace una solicitud.

-¿Podemos pasar por los baños?

-Claro, también necesito ir.

Las chicas esperan la respuesta de Mare, pero este está muy adentrado en su mente como para escucharlas.

-¿Guapo?¿Escuchaste?- recibe un golpe por parte de la oji-esmeralda.

-¿Huh? Si, si. Esta bien.

<¿A que respondí?> se pregunta Mare mientras observa a las chicas irse.  Él concluye que es mejor esperarlas y se sienta en un banco.

La noche es hermosa. El cielo se encuentra repleto de estrellas. No es una noche calurosa, en cambio hay una brisa helada, lo que indica que ya es Octubre.

-Mmmm- entona el chico al sentir la brisa en su cuerpo.

Un pensamiento surge: Benja.

El recuerdo del piel oscura sonriendo mientras el viento mueve su cabello despeinandolo, lo hace sonreír. Pero un crujido lo distrae.

<¿Benja?> su corazón salta con la idea que se encontrarían en el parque. Su mirada busca al chico con desesperación y curiosidad. Unas manos cubren sus ojos.

-¡Benja!- sonríe sin ocultar su emoción y coloca sus manos sobre  las otras.

Su sonrisa es borrada al ver quien es el dueño de esas manos. Las mejillas del oji-grisáceo se coloran de la vergüenza.

-¿Creiste que era Ben? Ja, ja, ja. Que inepto-  responde Dylan.

-¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres de mi?

-¿De ti? Nada. Solo vengo a darte una pequeña advertencia- una curva burlona contrasta la mirada tenebrosa de Dylan.

-¿Advertencia? ¿De qué o por qué? No te he hecho nada a ti, ni a Sophia. No tengo que hacerte caso-  el valor del chico menor habla por él, ocultando su miedo.

Un Cambio DrásticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora