Final.*Yo nunca estuve solo*

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Con una sonrisa calmada miraba atento a los niños jugar por el pequeño parque. Antes creía que los años pasaban tan lento pero realmente era al revés, el tiempo pasaba tan rápido que muchas veces no se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor.

- Ten cuidado no te vallas a caer.– Advirtió al niño que corría frente a unas piedras.– Si te caes puedes abrirte la cabeza.

El niño asintió y corrió hacia donde los demás chicos estaban jugando. Sonrió encantado al ver un mechón de cabello rojo asomarse por los columpios. Camino en dirección a el niño que se encontraba apartado de todos los demás, iba directo hacia los columpios en donde permanecía el pequeño niño.

- Ohh Gaara, y ahora qué pasó ¿Te volvieron a molestar?.– Hablo con dulzura mientras se colocaba detrás del columpio para darle pequeños empujoncitos.

- Es solo que... Los demás piensan que soy raro.– Resopló para después hacer un puchero con los labios.

- ¿Y eso ellos te lo han dicho?.– Preguntó.

- No, no. Solo con ver sus caras me doy cuenta que ellos no quieren que yo también juegue junto a ellos. Todos los donceles tienen su cabello castaño y piel bronceada, ellos son bellos y por eso todos los chicos van tras ellos siempre y ya no quieren jugar conmigo.– Suspiró.

- ¿Y eso que tiene de malo? En mi opinión el cabello castaño no es tan bueno como el pelirrojo.

- Eso solo lo dices porque tú cabello es rubio y eres bonito.

- Eso no es cierto, lo que quiero decir es que no deberías de sentirte así. Cuando yo era niño ningún chico me invitó a salir o a jugar, pero después mi cuerpo cambio un poco y ¡Puun! Ya tenía a demasiados tras de mi.

- No estás ayudando tío Naru.– Su mirada se dirigió al grupo de chicos que jugaban en otra parte lejos de los columpios.– Mi papá me dice que soy lindo, pero realmente yo no lo creo así.

Naruto dejo de darle vuelo y se inclino hacia delante de él para poder verle mejor y entender lo que estaba diciendo.

- No quieren jugar conmigo.– Dijo cabizbajo.

- Pues entonces juguemos nosotros dos. Gaara si ellos no juegan contigo entonces tú ya no les hables.– Sonrió mostrando sus dientes.

El niño le miró con ojos de admiración y bajo del columpio de un salto y se abrazo a la cintura del rubio doncel, quién lo recibió con los brazos abiertos.

- Vamos a jugar por allá.– Señaló el niño un lugar apartado de los demás.

Naruto asintió y corrió con su mano entrelazada con la del pequeño doncel. Al llegar comenzaron a dar vueltas y jugar a atraparse.

- ¡Te atrapé! .– Gritó Gaara mientras reía.– Te las quedas.– Y corrió un poco lejos del rubio.

Naruto soltó una carcajada y volvió a correr tras él, estaba casi por alcanzarle, se sobresaltó al ver una pelota que venía a gran velocidad hacia el niño.

- ¡Ten cuidado Gaara!

Le advirtió demasiado tarde, la pelota se había estampado en la cara del doncel.

En cuestión de segundos escuchó un pequeño grito agudo y después vio como el pelirrojo se ponía de pie y comenzaba a gritar y maldecir a la pelota.

- ¡Tío la pelota me pegó! .– Gritó al ver a su tío parado a unos cuantos metros lejos de él.

Su enojo se intensificó al ver al rubio reírse. Se dió la vuelta dispuesto a patear la pelota, fue así como sintió que su rostro ardía, no lo soporto más y comenzó a llorar.

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