Cap.17*Amándote*

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Su mente no le dejaba en paz. Cómo es posible que estuviera acostado en la misma cama que Itachi, se removió poquito tratando de no tocarle. Podía jurar que estaba rojo a más no poder, sentía sus mejillas arder. Trató de cerrar los ojos y poder dormir, sin embargo le era imposible, escuchaba la suave respiración del azabache y no podía con esto.

Apretó la cobija y rodó un poco más a la orilla de la cama, suficiente tenía en vivir como un mantenido en casa de Itachi, y que ahora este de intruso en su cama, ¡Ya es pasarse! Se levantó despacio temiendo despertar a Itachi. Suspiró aliviado al lograr levantarse sin despertarle, con algo de miedo decidió rodear la cama para ver el rostro de Itachi.

Al verle pudo notar que esté tenía la cobija cubriendo su cara, por la suave respiración que sentía dedujo que seguía dormido. Se arrodilló un poco levantando la cobija que tapaba su rostro, suspiró aliviado al verle tan calmado y con los ojos cerrados, su sonrisa se hizo más grande. Nunca en la vida había visto a Itachi dormir, y verle así era como si tuviese el mayor deseo que hubiese pedido nunca.

- Itachi...– Con un poco de confianza estiró su mano acariciando su frente con sus dedos disfrutando de la exquisita sensación de la piel de Itachi.

Suspiró encantado al sentir el suave pero a la vez áspero tacto de su piel. Bajo un poco sus dedos y tocó su mejilla, en su mente imaginaba que estaba acariciando el suave pelaje de un perro.

- Si te dijera que jamás me quisiera ir de tu lado... ¿Creerías que soy un doncel que se aprovecha de las personas?. Si te dijera que realmente no sé quién soy... ¿Me creerías?.– Su mano se detuvo por un segundo.– Si te dijera que siempre he estado solo... ¿Me dejarías?

Su mente viajaba de un punto de su vida a otro, sus recuerdos parecían quererse desaparecer, pero su mente se los negaba, volviendo una y otra vez al principio. Quizá si hubiese nacido como un hombre o tal vez una mujer, hubiese podido seguir con su familia. Aún la imagen de su padre viaja entre sus memorias, tan bello, eso era lo único que no podría olvidar nunca, la imagen de su padre sonriéndole como si lo que pasara en un futuro no importase.

- Me siento triste al recordar a mi familia, Itachi. Ellos me abandonaron de pequeño, mi madre me odiaba, y papá siempre me decía que yo sería un doncel muy fuerte.– Le susurró.– Cunado cumplí los seis años, me habían prometido una gran fiesta de cumpleaños, era solo un niño. Yo quería esa fiesta, mamá me había dicho que iríamos a un lugar antes de celebrar mi cumpleaños...

Su mirada era cada vez más triste, de algún modo sentía que Itachi le estaba escuchando, sin embargo no le importó, tenía que contarle la verdad de toda su vida, da igual lo que ya sienta por su familia, ellos eran solo personas que jamás le quisieron y no tenía porque sentir algún remordimiento hacia ellos.

- Estaba tan feliz, por fin iba a tener un día con mis padres. Pero no era así. Estuvimos horas y horas de viaje hacia alguna parte, papá cada minuto que pasaba me abrazaba más fuerte y me pedía perdón, yo no entendía nada. Mamá estacionó el auto frente una cabaña algo vieja, sentí como el corazón de papá se aceleraba y sollozaba mientras me daba un beso en la frente...

Dejó caer su mano, apretó con fuerza la cobija reprimiendo sus inevitables ganas de llorar.

- Mamá ni una sola vez volteó a mirarme, me dijeron que esperara dentro. Ese fue el peor error que pude haber cometido, al entrar solo había un pequeño baño, unas cuantas cajas y dos cobijas. Esperé algunos minutos, estaba realmente feliz, creía que era cómo en las fiestas sorpresa donde apartaban al cumpleañero mientras los demás preparaban una fiesta. Por cada minuto que pasaba comenzaba asustarme, decidí salir a ver por qué no venían por mí...

Estoy Solo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora