6. Mark Delatour

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Habían pasado varios días sin saber que era lo que estaba pasando en Bowclevan, sabía que todos estaban preocupados por ella y que tal vez durante ese tiempo ya la habían considerado algo que no se imaginaba... Y así fue.

Después de una semana en búsqueda, la policía de la ciudad y los investigadores del caso dieron por muerta a la hija de los Pawell. Encontraron el vestido que la joven había usado esa noche que desapareció, junto a un granero viejo cerca del río que se situaba fuera de la ciudad. La noticia fue devastadora para la familia de los Pawell, quienes no podía permitir que cerraran el caso, ya que por lo menos encontraran el cuerpo de su hija.
Mark por su parte no podía asimilar la realidad, sentía algo en su interior que no permitía creerlo y exigía que la siguieran buscando.

—!No pueden dejar el caso así como si no ha pasado nada! —Reclamó.

—Lo sentimos, pero hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos— Contestó el detective.

—Presiento que ella aún sigue con vida y debe estar en alguna parte !Por favor, se los suplico! — Mark replico sin poder tranquilizarse.

—Ha pasodo una semana, es mejor que valla a casa y acepte la realidad, pero el caso seguirá abierto no se preocupe —añadió del detective.

—!Ella tiene que estar en alguna parte!

Mark exigia que la siguieran buscando, porque para él y para nadie era justo que dejaran de buscarla.
Aunque las evidencias eran lógicas, encontraron su ropa con algunas manchas de sangre, eso era probable que ella no estuviera con vida.

Después de esa tragedia la vida de Mark se tornó deprimente, su vida había cambiado por completo ante lo ocurrido. Era uno de los chicos más sociales, simpáticos y sonrientes, ahora nadie podía ver esa alegría que todos estaba acostumbrados a ver, en ese rostro enamorado, ya no encontraba otra razón para sonreír, por lo que prefería quedarse solo, encerrado en su habitación.

Dormía más de lo normal, casi todo el día, y lloraba todas las noches por ella en su habitación oscura donde no permitía entrar la luz del sol. Todas las paredes estaban repletas de fotografías de Kaitlin hasta el fondo de la pantalla de inicio y bloqueo de su iphone. Se había salido de control.

Perdió el apetito y bajó mas de siete kilogramos en toda una semana, su dieta era sorprendente. Los ciento ochenta y seis nuevos mensajes en la bandeja de entrada de notificaciones de su cuenta de redes sociales seguían aumentando, no quería saber nada de sus amigos y tampoco de la gente que le expresaba sus condolencias por lo que había ocurrido, pero era imposible, toda la ciudad se había enterado de ello. Lanzó el periódico por la pared al ver la foto de su novia en primera plana con un encabezado que decía "Desaparece joven de veinticinco años tras un atentado el viernes por la noche".
¿Cómo podía calmar su dolor? Si todo el mundo le recordaba lo que ocurrió esa noche del pasado viernes.

Se quedó solo, en medio de la oscuridad de sus recuerdos que para él eran los más hermosos que había vivido en toda su vida. Su primer amor fue ella, la mujer del que se había enamorado y amado por primera vez, aun que jamas se atrevió a decirle que mantenía un romance a sus espaldas con una de sus dos mejores amigas, la culpabilidad lo inducia a beber más del licor que tenía en su mano, que horas después hacía caer en llanto a esos ojos marrones hasta hacerlo privar de dolor.

Dormir era su anestesia para calmar lo que ahora era una pesadilla. Eran los minutos en los que podía descansar y prefería no despertar porque a la vez su conciencia marcaba culpabilidad y se arrepentía una y otra vez por decirle las cosas a su novia esa noche, jamás se perdonaría en la vida no a ver esperado más tiempo.

Sus amigos no podían verlo en su dolor, era preocupante su situación y trataban de animarlo, aun que él prefería que nadie lo molestara, pero ellos insistían ya que hacían lo que podían por él.
Por las tardes, al caer la noche llegaban a su casa para bromear y convivir como hacían antes, incluso llegaban para invitarlo a las fiestas en las que solían ir rutinariamente. En el último piso del edificio mas antiguo de la ciudad, donde se reunían todos los chicos y chicas de la avenida mientras de acuerdo a la ocasión, las bandas tocaba en turno. Fue ahí, en ese lugar donde Mark conoció a Kaitlin, pero el chico había perdido esas emociones, ya que siempre que llegaban sus amigos, se encontraban con la puerta cerrada, porque él nunca quiso abrirla, ya que prefería rechazar la invitación para quedarse en casa, junto a su ventana viendo el movimiento de la ciudad mientras el invierno se iba.

Abrázame... En mis SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora