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Llegamos con Valentín a una plaza completamente vacía, los asientos se veían bastantes viejos y parecía que si ponías el culo ahí te salían cincuenta arañas.
Tenía el pasto largo, descuidado.
Y ahí fue cuando me di cuenta, vine a un lugar desconocido con un desconocido. Chau vida.
De todas formas, Valentín me transmitía confianza. En ningún momento parecía un chico malo.
Pero, como diría mi tía, las apariencias engañan.
-¿Me seguís? -preguntó Valentín haciendo que yo salga de mis pensamientos-.
-¿En dónde estamos?
-En una plaza. Queda a tres cuadras del colegio. Si intentara hacerte algo me podes pegar un rodillazo en los huevos y salir corriendo hacia el colegio.
-Gracias por el plan -susurré y el sonrió sin mostrar sus dientes-.
Me tiré al césped largo y él me miró extrañado.
-Yo no me tiraría ahí -dijo e imitó mis acciones, haciendo que ría-.
-Lo acabas de hacer.
-Mi yo de hace dos segundos no lo haría, mi yo del presente si.
-Sos raro..
-Sos lindo -dijo de la misma manera haciendo que mis mejillas se sonrojen-.
-Vos también -susurré lo suficientemente alto para que él lo escuche. Apoyé mis manos en el pecho y miré el cielo-.
