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Hoy tuve que entrar al colegio mucho más temprano. Mis papás tenían que irse y mi casa queda lejos como para venir caminando.
Caminé por los pasillos vacíos y entré a mi aula, me senté en mi asiento, apoyé los brazos en el banco y, en estos, mi cabeza.
A dormir.
Llevaba unos diez minutos así hasta que escuchó que la puerta se abre y alguien tarareando una canción, levanto mi cabeza y veo a un chico que no conozco. Se gira a verme.
-Perdón, no quería despertarte -hizo una mueca-.
-¿Sos nuevo? -pregunté inspeccionando su rostro. Ojos celestes, pelo rubio con violeta, claramente teñido, alto, con un arito en la ceja. Lindo-.
-No, soy el sobrino de la directora. Vine a ayudarla.
-Hay que tener ganas de ayudarla con el carácter que tiene -dije y el rubio se rió-.
-A mi me trata bien -se encogió de hombros-. ¿Cuál es tu nombre?
Ro-ber-to. No Dani, no.
-Daniel, ¿El tuyo?
-Valentín -sonrió y se fue-.
Volví a apoyar mi cabeza en mis brazos pero no logré dormir. Esos ojos azules me habían desconcentrado por completo.
