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Daniel miró hacia todos lados, asegurándose de que nadie pueda verlo. Cuando los pasillos se volvieron completamente solitarios, entró. La luz de la dirección estaba prendida a pesar de que no había nadie.
Que poco que ahorran, pensó con gracia.
Vio varios teléfonos encima del escritorio.
-Iphone negro sin funda, Iphone negro sin funda -repetía buscando-. Acá está -lo alzó en sus manos-.
-Eu, tía -dijo Valentín entrando a dirección-. ¿Qué haces acá? -se apoyó en el marco de la puerta-.
-Estaba buscando a la directora. No sé donde está -mintió-. Bueno, me voy a clase -se despidió con una sonrisa. Salió de dirección y corrió al baño, esperando que todo haya salido bien-.
Miró el teléfono que tenía en su mano izquierda y sí, había logrado desbloquear el teléfono cuando paso por su lado. Se encerró en un cubículo y se dirigió a Instagram.
Esto está mal, pensó.
VALEN
Miré extrañado a Daniel. Está loco. Reí y busqué mi teléfono dispuesto a esperar a mi tía. Busqué en el escritorio, en los cajones, en la mesa, en los sillones. No estaba.
De repente mi mente recordó como Daniel tenía algo en su mano izquierda, algo que rozó mi mano cuando salió.
