15| Queen Of The Night

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"Yeah, I know all the consequences, I don't mind
This holy redemption tears us in two
But I can't turn my back to you
Wearin' your t-shirt, I'm Queen of the night"

Queen Of The Night – Hey Violet

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Amaba su trabajo. Es decir, ¿cómo no podría amarlo?

Cada mañana se levantaba en el lugar más hermoso que hubiera visto, sacado de un cuento de hadas (Literalmente), podía recorrer la mayoría de los corredores y visitar las zonas más hermosas. Es más, trabajaba en una de las zonas más hermosas.

Era el encargado del Jardín Real.

Vivió en el castillo desde que tenía memoria, cuando su madre consiguió trabajo como cocinara debido a su amistad con la Reina, y era realmente genial. Podía recorrer los pasillos que tenían autorizados los empleados, ver a los caballos de los establos, probar los deliciosos dulces de la cocina y, su parte favorita, pasar horas en el gigantesco jardín que se encontraba en la parte trasera del lugar.

Podía pasar horas en ese lugar. Simplemente echado contra el suave manto verde, admirando las hermosas y variadas flores, o viendo a los pequeños animales acercarse a los frutos frescos, los mismos que algunas veces podía alimentar. Era grandioso, su lugar soñado. Y, todo eso mejoró cuando a los quince la Reina le permitió ayudar en los jardines.

Sus conocimientos sobre plantas, frutos y flores aumentaron con el paso de los años, y al cumplir los dieciocho fue contratado oficialmente como uno de los asistentes del Jardín Real. Aprendió mucho de eso, aunque según los empleados tenían un "talento nato". Y, dos años después, ya prácticamente la primera persona más joven a cargo de que todo se encontrara perfecto en el área. Era genial, su trabajo soñado y algo que creía que podría hacer por el resto de su vida sin importar que no le pagasen (aunque, sinceramente, el dinero que recibía por sus servicios era más que suficiente).

Dormía en una de las torres, donde la mayoría de los empleados se encontraban. Su madre seguía trabajando en la cocina, aunque ahora solo se encargara de dirigir a las jóvenes conocieras y dar órdenes. Ambos amaban vivir en el castillo, y era el perfecto cuento de hadas aunque solo fueran simple empleados. De todas formas, no podían quejarse. Las personas en el lugar siempre fueron buenos con ellos.

Fue por eso que salió felizmente de su cama, vistiendo una fina camisa blanca al notar el sol asomarse por su ventana, unos pantalones negros y sus clásicas botas de cuero del mismo color que fueron un regalo de su madre por su cumpleaños número veinte. Una vez se encontró listo, caminó escaleras abajo, saludando a cada empleado que se encontraba en su camino con una feliz sonrisa (Estaba seguro que todos en este lugar lo conocían demasiado bien luego de todos estos años como para saber cómo su estado de ánimo aumentaba en la primavera).

No tenía demasiados amigos en el lugar, pero conocía a varios de los trabajadores. No era demasiado cercano a todos, pero solía tener pequeñas charlas con unos cuantos a la hora del almuerzo. Mantenía una buena relación con casi todas las personas del lugar, especialmente con las de la cocina, quienes siempre le guardaban un poco de la Tarta Especial de Chocolate antes que se acabara por completo. Como dijo antes, amaba este lugar.

Una vez llegó a su zona de trabajo comenzó a cosechar los pequeños cerezos y moras que se encontraban perfectamente frescos y listos para adornar algún pastel que sería dado en otro de esos gigantes banquetes que la Reina organizaba una vez al mes. Comenzó a meter cada pequeña fruta a su canasto, arrodillándose al lado de la planta que las daba mientras tarareaba una canción que quedó pegada en su cabeza.

I want to write you a song - 20 OS | MukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora