Capítulo 9: Sobre promesas y destinos

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Se vio a sí misma.

Sus ojos marrones. Su pelo rojizo encrespado. Su uniforme de Gryffindor. Pero ese fuego en la mirada. Furia. Ira. Destrucción. Muerte.

Lo entendió en cuanto se vio a sí misma.

Lily Luna Potter sabía cuál iba a ser su boggart.

Riddikulus! -Lanzó contra la figura que imitaba su persona.

Se transformó a sí misma en Lily Luna Potter vestida de princesa. Y se rio de ella misma. El resto de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras siguió riéndose. Ya lo estaba haciendo cuando vieron al boggart tomar la forma de Lily. Lo hizo más fuerte cuando la propia muchacha decidió convertir a esa criatura en una Lily Luna ridícula. En el mejor sentido de aquel contrahechizo.

La preocupada mirada de Teddy Lupin no pasó inadvertida.

Se retiró al final de la clase y esperó a que acabara.

Había escuchado los susurros de los compañeros de Slytherin y de Gryffindor decir que ellos también tendrían a Lily Luna Potter. Más nadie más lo tuvo. Y, sinceramente, Lily había cruzado los dedos para que así fuera.

Al contrario de lo que el resto pensaba, Lily no se tenía miedo a sí misma por desatar un día toda la furia que acumulaba. Por haber detenido con un Avada Kedavra a su prima Molly el año anterior. Sino porque Frank McOrez le había amenazado con que el Ojo tenía planes de ocupar su cuerpo con el alma de un sociópata asesino que acabaría con su familia. Y, después de ver que Molly había asesinado a varios alumnos de Hufflepuff y a Madame Pomfrey, esa amenaza fue real para Lily Luna Potter. Y la temía.

Si era completamente honesta con ella misma. Había asegurado a toda su familia y a sus amigos que ella estaba bien. Mentalmente. Que lanzar un Avada Kedavra no le había supuesto nada. Que era lo que debía hacer en ese momento para salvar a Lys. Y era cierto. Era lo que debía hacer. Pero, ¿estaba bien? ¿Estaba bien cuando lanzar un Avada Kedavra a su familia era su boggart? No. Y ella lo sabía. No estaba bien, pues había hecho aquello que más temía sin que un asesino la poseyera.

Estaba fingiendo. Desde que aquello ocurrió, Lily Luna Potter fingía. Todos tenían mucho de qué preocuparse. Ella les dio un discurso sobre cómo en el futuro tendrían que decidir entre matar o morir. Y cómo ella, simplemente, había tenido que hacerlo antes de tiempo. No era tan simple. No era tan malditamente simple. Había matado a su familia.

¿Cómo hacía para fingir? Se engañaba a sí misma. Sabía que sus hermanos, sus padres y sus amigos también lo hacían. Todos estaban sangrando por dentro de algún modo. Su padre se sentía culpable por no haber defendido más a su madre y, para colmo, había perdido poder en el Departamento en beneficio de Whitehall -quien había conseguido trasladar allí su expediente y ser acogido por algunos del Departamento que dudaban de la fiabilidad de su padre. Su madre estaba en Azkaban y la estaba consumiendo por dentro. Su hermano Albus estaba entrenando a basiliscos y haciendo todo lo posible por salvar a Alice de Whitehall. A su hermano James le habían puesto una responsabilidad demasiado grande sobre sus hombros mientras aún sufría por la muerte de su mejor amiga y no le habían dado tiempo para llorarla como merecía. Lyslander quería hacer más de lo que podía, se sentía una carga para sus amigos e inútil por no poder ayudar más. Y todos lo ocultaban.

Lily Luna Potter también. Había tenido aquel verano para comenzar a fingir que estaba bien. Y Remus la había ayudado a practicar. Se habían visto unas cuantas veces, pero era suficiente como para haber podido masterizar su pretendida felicidad. Ya que debía ocultarle el mundo mágico, también podía ocultarle que la oscuridad que sentía por dentro. Recordó al joven. Siempre había tenido ese aire misterioso, cínico y sagaz que le atraía sin quererlo. Y, si con nueve años le parecía así, con trece quería evitar pensar en que todo ese aura de misterio y sarcasmo no era lo que necesitaba en ese momento. Y lo había buscado todos aquellos días en verano. Una distracción. Aquello era Remus cuando quería escapar de la oscuridad que sentía que estaba nublando el resto del mundo.

La tercera generación VWhere stories live. Discover now