Capítulo 22: Amantes de la ira

87 5 20
                                    

Lo primero que notó al recobrar la conciencia fueron las marcas en forma de media luna que tenía le escocían en las palmas de sus manos. Lo que acababa de ocurrir se lo devolvió su cerebro en forma de flashes. Se acarició la nuca y, al volver a mirarse las manos, se percató de que debía tener una herida abierta dada la cantidad de sangre. Sus piernas estaban esparcidas por el suelo, de forma que era evidente que había salido disparada hacia la dura pared contra la que su cabeza había chocado.

Su mente le recordó por qué estaba allí. Intentó incorporarse a duras penas y no logró más que incidir en el dolor de todos sus músculos. Buscó con la mirada borrosa a su hermana por aquel pasillo. Los cristales de la torre habían explotado. Cerró los ojos con fuerza, deseando que no hubiera saltado por allí.

Después de lo que acababan de hacer, Lola Brooks sentía que debía sentirse poderosa. Más estaba tan exhausta que sus pensamientos eran lentos y torpes. Recordó a su hermana dándole las manos, cuyas uñas se habían clavado en sus palmas al sentir toda la magia de la ciudad verterse sobre su ser. Y ella experimentó algo que jamás creyó que podía rozar: la magia. Fue como si se hubiera convertido en un interruptor. En un imán que repelía la magia. Conforme la tocaba, cuando Cornelia había bebido la magia y rozaba a Lola, ella la hacía desaparecer. Y, como imanes contrapuestos, salieron disparadas hacia lados contrarios cuando un rayo de energía se interpuso entre las dos.

Literalmente, un rayo que había nacido del interior de Lola. Quizás no podía producir magia, pero... Podía ser muy poderosa si la canalizaba. ¿Cómo había llegado Cornelia a esa conclusión? ¿Quizás era aquello lo que se suponían que debían hacer en el fin del mundo? Aún así, sabía con certeza que Cornelia intuía que aquel sería el resultado.

Cornelia.

¿Dónde estaba su hermana?

Si ella había lanzado el rayo... Cornelia habría sido la primera en recibirlo.

Quizás el amor por su hermana hizo que no le doliera tanto levantarse. Al hacerlo, echó un vistazo a través de las vistas del Tate Modern. Sintió ganas de vomitar. El caos inundó su vista. Un dragón caído sobre la catedral de St. Paul fue lo primero que avistó. Pero también acromántulas, dementores, arpías, vampiros, licántropos, veela, magos y brujas... Todas las criaturas mágicas sobre el suelo. Sobre las aguas del Támesis. Inconcientes.

-¡LÍA! -Su voz salió antes de pensarlo. Trazó sus pies hacia el otro extremo de aquel lugar. Había sido totalmente destrozado. Adiós al ascensor y a ninguna forma muggle de poder descender del sitio más alto de Londres. -¡LÍA!

Escuchó un gemido. Se sobresaltó. Comenzó a respirar profundamente. Se golpeó mentalmente la cabeza.

No. Podía. Entrar. En. Pánico.

"Al menos", pensó para sí misma, "nadie puede llegar aquí sin magia". Vio a su hermana encogida sobre sí misma en el suelo. Con la espalda arqueada. Tratando de inhalar aire, pero sin alcanzar su objetivo. Como si no hubiera oxígeno en aquel mundo. En el mundo en el que Lola Brooks había apagado la magia.

Se arrollidó ante ella. Vio el dolor que debía estar sufriendo en su mirada. No supo qué hacer. No supo dónde poner sus manos. Su ceño fruncido la delató. Sus sonidos inaudibles de preocupación revelaron ante su hermana que estaba perdida sin ella.

-El Ojo no querrá problemas con nosotras... Después de esto -Dijo en un hilo de voz y en una triste sonrisa.

A Lola Brooks se le cayó el alma al suelo. Al subsuelo.

Porque ambas sabían que era mentira.

Acababan de demostrarle al Ojo de lo que eran capaz. De detener toda la magia de una de las ciudades más grandes del mundo sin siquiera saber cómo se hacía. El poder de Cornelia... Si había hecho eso para detener la magia, incluida la suya propia... ¿Cómo sería su poder cuando lo utilizara para potenciar la magia?

La tercera generación VWhere stories live. Discover now