Capítulo 14: Escrito en las estrellas

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Cornelia Brooks vomitó de nuevo sobre el váter.

Cerró los ojos con fuerza para evitar ver el resto del almuerzo que no había tenido fuerzas de digerir. Y que Frank Longbotton le había obligado a comer. No era que el pastel de carne le pareciera una comida sacada de un menú del medievo, como había comentado su hermana. Sino que esa fue su reacción cuando por fin descubrieron el puzzle final.

Cuando recogieron las notas de Tim Marrs sobre Grindelwald y aquellas inscripciones. Cuando les contó sobre su encuentro con Charlotte Breedlove. Cuando conectaron las visiones de Cornelia Brooks a las profecías. Cuando entendió cada vez más todo lo que su abuela había hecho. Cuando Lyslander Scarmander tradujo el libro de Merlín. Cuando leyeron las palabras de Merlín contándoles todo. Cuando todas las piezas de información cayeron sobre sí solas.

Porque solo tenía sentido si aquello era así. Si aquel era el destino que le esperaba.

En cuanto Hugo Weasley dijo "ahora hay que encontrar una forma de solucionarlo todo", Cornelia Brooks salió corriendo de la biblioteca hacia el baño y vomitó todo el contenido de su almuerzo sobre el váter. Llevaba unos veinte minutos allí. Con arcadas. Con lágrimas de lo que le dolía la garganta. Con lágrimas de lo que se avecinaba.

Sintió unos pasos acercarse a su cubículo. Deseó que la dejaran en paz. Pero le interrumpió otra arcada. Sus pensamientos se habían bloqueado. No podía pensar en nada. Había comenzado a temblar. Estaba en shock. Su baba caía sobre su barbilla. Contemplaba a la nada. O a la pared del baño.

Vio los zapatos que la esperaban al otro lado de la puerta y supo que era su hermana Lola. Solo ella podía ir en Converse de lentejuelas por Hogwarts. Se dio cuenta de que ella era la que estaba sollozando cuando escuchó a su hermana resoplar.

-¡Sé que estás ahí! ¡No hace falta ser una bruja para oírte, Lía! -Le gritó su hermana. Ella hundió su cráneo en sus manos. Como si pudiera quitarse el conocimiento así. -¡Scorpius Malfoy me lo ha contado! -Anunció. -¡Perdón por no responder de forma apropiada a estas noticias...! ¿Debería estar vomitando también? -Supo que se lo estaba preguntando a sí misma en voz alta. -¡Lía! ¡Déjame entrar! -Le rogó. -¡Déjame ser tu hermana y consolarte! -Pidió tras una pausa. -¡Yo también estoy en shock! -Añadió. Le siguió una risa sarcástica. Bueno, ella y todo el mundo que supiera aquello. Fue entonces cuando se percató de que el Temple lo sabía. De que el Ojo lo sabía; pese a no saber que era ella. De que por esa razón James le había dicho "Tú no tienes ninguna oscuridad dentro de ti". O "sabría distinguir entre lo que eres tú y lo que...". -¡Déjame entrar, Lía! ¡Prometo no juzgar tus pintas! ¡Soy tu hermana! -Siguió rogando Lola. Su abuela lo había sabido. Por esa razón quería matarla. ¿Qué opinaba ella? ¿Estaba de acuerdo con Ivone Donovan? ¿No tenía razón? Oh, su madre. Su madre también lo sabía. Y la había salvado a pesar de eso. -¡Si no me dejas entrar, romperé la puerta! -Gritó Lola. Y su padre también debió haberlo sabido. Quizás por esa razón estaba muerto. -¡VOY A LLAMAR A JAMES COMO NO ME DEJES ENTRAR!

Cornelia se apresuró a abrir la puerta del baño y a hundirse de nuevo en el suelo. Con sus rizos sobre su rostro. La baba sobre su barbilla. El vómito en el váter. Y su cuerpo temblando de miedo. De miedo de ella misma.

-Él ya lo sabe -Musitó.

Y, como su madre, también decidió no matarla ni nada por el estilo.

Lola suspiró. Entró en el baño. Cerró la puerta al entrar. Y se acomodó en el suelo con ella. Posando su pies sobre la pared donde reposaba la espalda de Cornelia. Sintió los ojos de su hermana sobre ella. El olor a su propio vómito la embriagó y arrugó la nariz.

La tercera generación VWhere stories live. Discover now