𝙈𝙔 𝙎𝙒𝘼𝙔 𝘽𝙊𝙔𝙎; 𝖩𝗈𝗌𝗁 𝖱𝗂𝖼𝗁𝖺𝗋𝖽𝗌 ✓ ᵗᵉʳᵐⁱⁿᵃᵈᵃ

Te necesito

Josh's POV

Caminé bajo la lluvia. Dejando que mi cuerpo quedara completamente empapado.

Llegué al hotel, pero me detuve antes de entrar. Tenía los puños manchados de sangre. Los ojos rojos por las lágrimas. Y moretones por la cara y cuerpo.

Nadie podía verme así. Y el vestíbulo siempre estaba lleno de chicos que iban de aquí para allá sin cesar. No podía pasar por ahí.

Agarré mi teléfono.

No me quedaba otra. No podía llamar a nadie más. Era la única que podía ayudarme. La única a la que podía explicarle lo sucedido, y no me juzgaría. La única a quien realmente deseaba ver en aquellos momentos.

Galita🦋

Gala•
te necesito ahora•
donde estás¿•

•va todo bien¿
•estoy en mi habitación,
Sam tenía que ducharse

no puedo entrar al hotel•
no pueden verme•

•en que líos te has metido
ahora, Richards¿

te los contaré•
cuando estemos solos•

•bajo en un minuto

•———•

Guardé mi teléfono. Y froté mi rostro con las manos. Agobiado, no sabía que iba a decirle, como explicarle lo sucedido.

No tardé en divisar a una chica, vestida con un pantalón de cuadros y una sudadera con capucha cubriendo su cabeza.

—Bonito pijama—comenté al verla.

—Bonita herida—dijo tocando mi ceja, la cual escoció al sentir su contacto—. Estás sangrado, Josh—habló preocupada.

—Estoy bien—afirmé, pero no lo estaba.

—Mientes—se encogió de hombros. Me conocía demasiado bien—. Ponte esto, anda, o te resfriarás—me tendió una sudadera, y me la puse.

—Esta sudadera desapareció de mi armario hace semanas—solté una leve risa mientras colocaba la capucha de esta.

—Quizá porque te la robé hace unas semanas—sonrió de costado—. Vamos a mi habitación, tienes que darte una ducha caliente.

Ella solo se dio media vuelta y caminó hacia la entrada. Suspiré mirando como se alejaba.

Ir a su habitación. Sonaba tentador.

Caminé tras ella, cabizbajo, tratando de que nadie me reconociera una vez dentro. La alcancé y caminé a su lado. Ella miraba a su alrededor, comprobando que nadie notará demasiado nuestra presencia.

Subimos por las escaleras, ya que no solía pasar mucha gente por allí. En silencio, llegamos a su habitación, y entramos.

Me senté en la cama, y me quité la capucha mientras ella realizaba la misma acción mirándose en un espejo que colgaba de la pared.

Se acercó a mi. Seria, y todavía sin hablar. Agarró mi cara entre sus manos y observó mi herida y moretones.

—¿Hay botiquín?

—En todos los hoteles hay botiquines de emergencia—dije con evidencia, ella se dirigió al baño.

—¿Y yo como voy a saber eso?