UNO

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Esteban se sentó en las sillas de atrás, donde estaban sus amigos y donde el maestro estaba un poco distante.

Era inteligente, pero no era del estereotipo de sentarse enfrente.

Isaac lo miró entre sus pestañas, encogiéndose en su asiento en la esquina del salón. Él solo se sentaba ahí para que nadie lo viera o se riera de él, de solo pensar que eso pudiera pasar le daban unos nervios que lo ponían a temblar.

Isaac usaba lentes y tenía los dientes chuecos, además de manchitas en su rostro y su cabello oscuro sin gracia. ¿Quién quisiera verlo siendo así?

Su corazón dio un salto cuando Esteban se sentó a su lado. No sabía por qué se ponía así de nervioso si ni siquiera le habla. A lo mejor ni siquiera le volteaba a ver.

—¡Eh, Esteban! ¿Me pasas la tarea?

Isaac miró de reojo como Leonardo, un compañero, volteaba hacia Esteban y le sonreía.

—¿Había tarea? —Esteban se atragantó.

—Qué burro, ¿cómo se supone que pase mate si no haces la tarea? —Leo le frunció el ceño y después volteó con él, Isaac tembló—. Eh, Isa querido, ¿me pasas la tarea?

Leo levantó sus cejas una y otra vez. Si Isaac decía que no, sus compañeros lo odiarían más. Por lo que no lo haría, de todas formas, no le molestaba darles su tarea a todos si se lo pedían.

Se agachó y agarró su cuaderno para dárselo a Leo, pero titubeó al sentir la mirada de Esteban sobre él. Tembló un poco por la intensidad, y estiró su mano hacia Leo. Se distrajo un poco con las mechas naranjas que Leo tenía, y pensó cómo se le verían a él.

—¡Gracias, cerebrito! —Le sonrió, acomodándose en su asiento.

Isaac bajó la mirada. Sabía que Leo era un poco... lento, era de seguir a la gente y no pensar en el daño. "Cerebrito" no estaba tan mal, otras personas le habían dicho "rata" e incluso "zorra", como si Isaac les hubiera dado un motivo tan siquiera.

—¡Au!

Isaac volvió a levantar la vista al escuchar a Leo quejarse. Lástima que no se dio cuenta de la patada que Esteban le había dado a su amigo en el trasero por abajo de la silla.

Leo regresó a lo que estaba haciendo mientras bajaba una mano a su parte trasera para sobarse. Sonrió por lo bajo, entendiendo el golpe de su amigo en su lindo culito.

Vaya idiota, maltratando la mercancía por alguien que no era aceptado. Por lo menos era amable, así que Leo realmente no podía decir nada malo aparte de su apariencia. A lo mejor Leo podía aceptarlo más si Isaac tan siquiera hablara.

El Chico PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora