EXTRA UNO

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Esteban mantenía a Jess sobre sus brazos, e Isaac tenía de la mano a Alex. Estaban en la casa de Leo, en su patio. Era el día de su boda con Simon.

Esteban miraba curioso el intercambio de palabras porque él jamás se casó. Isaac y él nunca lo vieron necesario, y cuando se presentaban a alguien desconocido, podían decir que eran novios, esposos, pareja, compañeros o familia. Realmente jamás les importó, y así eran felices.

—¿Puedo pintarme las uñitas? —preguntó Jess, llevándose un pedazo de brownie a la boca, atenta a las uñas de su tío Leo.

Jessica era su segunda hija y era adoptada. Si bien Alex sí había nacido de Isaac, tuvieron algunos problemas para que Isaac se volviera a embarazar. Los embarazos masculinos eran problemáticos, así que decidieron traer a Jess a casa. Fue una pequeña pelea hacer que Alex aceptara a Jess, pero una vez que su nueva hermana atrapó su corazón con sus ojos de color del cielo y su cara de ángel, no hubo más que hacer.

—Puedes hacerlo cuando estés grande.

Jess lo miró de forma vacía, estaba pensando lo que diría. Cuando tuvo las palabras adecuadas, le frunció el ceño.

—Pero Alexander se pinta las uñitas.

—¡Porque yo estoy grande!

Alzó la voz hacia su hermana, irritado de que, por su culpa, le prohibieran pintarse las uñas. Isaac lo silenció, recordándole dónde estaban.

—Alexander tiene nueve años, tú tienes cinco.

—Él sigue siendo pequeñito —susurró, escondiéndose en el cuello de Esteban para que su hermano no la escuchara.

Isaac sonrió un poco y Alex lo miró, comiendo un brownie. Tenía que tener algo de comer siempre para conseguir que sus hijos se callaran por unos minutos. Isaac miró como Leonardo se lanzaba sobre Simon. Todavía estaba un poco sorprendido de la pareja de ahora esposos, pero lo que más lo sorprendió fue ver a Oliver como invitado. Oliver también tenía una hija y parecía feliz y nervioso de la mano de la hermosa mujer a su lado.

Bajó la mirada y miró a Alex, después a Jess y luego a Esteban. Sonrió un poco y se estiró para besar la mejilla de su pareja. Cuando Esteban se volteó, listo para besarlo, Alex lo empujó un poco para separarlo y Jess frunció la boca en disgusto.

—¡No, no! Estamos en una boda, papá. Compórtate —riñó Alex, levantando su dedo hacia Isaac.

Isaac se rio, viendo como Jess tapaba los labios de su papi con una de sus pequeñas manos y lo miraba con reproche.

Estaban felices.

El Chico PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora