DIEZ

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—Hola.

Esteban se volteó hacia Isaac y le dio una sonrisa sin mostrar sus dientes.

—¡Ho-Hola! —Isaac saltó y lo saludó efusivamente, después se dio cuenta de su emoción y se sonrojó, respirando hondo para calmarse.

Esteban rio por lo bajo e Isaac quedó maravillado.

—¿Tienes alguna idea? —preguntó Esteban, sacando su cuaderno—. Mira, estaba planeando pasear perros.

Isaac asintió.

—Me g-gusta tu idea —le dijo—, yo tenía pensado hornear galletas y venderlas.

—¿Sabes hornear galletas?

—¡S-Sí!, digo, claro, me gusta hornear, tengo pensado abrir mi propio negocio.

Esteban sonrió cuando Isaac lo hizo. Pensar en Isaac lleno de harina y chocolate, lo hizo sentir su estómago caliente. Tuvo una idea.

—Bueno, ¿qué tal si el sábado nos ponemos en el parque y vendemos postres, y el domingo paseamos perros? Podemos poner un anuncio en la mesa para que la gente sepa y puedo decirlo en mi cuenta —sugirió el pelinegro.

El cabello de Esteban siempre fue una fascinación para Isaac. Era totalmente oscuro y brilloso, era simplemente hermoso.

—Eso suena genial —murmuró el de lentes, sonriendo sin mostrar sus dientes.

Los dos se quedaron viendo fijamente. A veces la mirada de Esteban hacía que Isaac quisiera bajar la cabeza y mostrar su cuello como un animal, otras veces lo hacía quedar paralizado como en ese momento.

—Tus mejillas están rojas —susurró Esteban levantando una mano y tocando con sus yemas la cara de Isaac.

—Las tuyas también —respondió con inocencia. Inmediatamente, Esteban retrocedió y rio un poco.

—Y-Yo... ¿Está bien si voy a tu casa hoy? Para ayudarte con el anuncio y mañana te ayudo con los postres.

—¡Claro!, me encantaría, digo, ya sabes, somos compañeros, así que está bien. ¿Qué deberíamos de hacer? ¿brownies? ¿galletas? ¿chocoflan? Puedo hacer un poco de todo.

—Eh, creo que debería de llegar temprano, ¿estás seguro que con nosotros dos basta? Yo no soy muy habilidoso en la cocina. —Esteban se mostró un poco nervioso y avergonzado.

Isaac dio un pequeño salto y frunció su boca de capullo de rosa en una mueca indecisa. Se veía adorable para Esteban.

¿Estaría mal si lo besaba en ese momento?

Esteban bajó la mirada y rascó la parte de atrás de su nuca, intentando regresar de sus pensamientos extraños.

El Chico PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora