NUEVE

4.2K 452 32
                                        

—Trabajarán como grupo —sentenció la maestra Everly a un grupo totalmente desganado y regañado—. ¡Están juntos desde hace tres años! Ya no son unos niños. La fiesta para recaudar fondos está demasiado cerca, y me demostrarán que tienen derecho a graduarse trabajando juntos.

La señora de labios de corazón se cruzó de brazos. Esteban, atrás, se dejó caer sobre el respaldo, e Isaac, a su lado, acomodó sus lentes, nervioso.

No quería trabajar con nadie, le iba mejor si hacía las cosas solo.

—Ahora, son cuarenta alumnos de diecisiete años que tienen toda mi esperanza de no ser unos inútiles. —Leo frunció el ceño ante las palabras de su orientadora y profe de matemáticas—. Los pondré en parejas y en cuanto termine de decirlas, se juntarán y decidirán qué harán para ganar dinero. Recuerden que el que gane más dinero del salón, se gana un punto en cada materia. Y el que lo haga mejor en la escuela, recibirá una sorpresa.

Oliver levantó la mano.

—¿Sí, Oliver?

—¿Cuál es la sorpresa?

—¡Oliver! Es una maldita sorpresa —gruñó Joshua a su lado, otro de los chicos de su grupo y buen amigo de Leo.

La maestra suspiró y se sentó, agarrando la lista de asistencia.

Isaac tragó duro y removió sus manos. Leo lo volteó a ver y le frunció el ceño, inmediatamente Isaac se enderezó.

Tú puedes con esto, vales mucho, se repitió las palabras que Leo le decía que se repitiera.

El chiste era decirlo hasta creerlo.

Esteban se dio cuenta de la mirada de Leonardo y golpeó su silla. Casi al instante y sin voltearse, el pelinaranja le lanzó un papelito.

<<Mi culo vale una fortuna para tus pataditas. ¿Puedes decirle que te gusta de una puta vez, saco de mierda?>>, leyó en su mente. Esteban frunció el ceño ante el insulto innecesario y volvió a golpear su silla.

Otro papelito cayó.

<<Saco de mierda>>. Esta vez, le golpeó la cabeza y se recostó en su silla.

Cuando otro papelito le tocó el rostro, Esteban frunció el ceño y abrió los ojos de golpe. Leo estaba apoyado en su mesa en un estúpido intento para que Esteban pensara que no fue él.

<<¿De qué están hablando?>>, Esteban frunció el ceño hasta que otro papel golpeó su rostro. Suspiró y lo agarró, <<Con amor, Oliver>>.

—Por favor, Dios —murmuró Esteban en un fiero intento por no golpear a nadie más.

—Esteban Miller —llamó la maestra y el nombrado volvió al presente—, estarás con Isaac, ¿alguna queja?

Y como ninguno dijo nada, la maestra siguió.

¿Era posible convertirse en agua? Porque Leo estaba seguro de que Isaac estaba hecho líquido en su asiento. Un líquido humeante.

Sonrió.

El Chico PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora