El Chico Popular

VEINTIUNO

Y vaya que se sorprendió.

Solo faltaba una semana para que le dieran los resultados del concurso y dos más para la graduación, así que no sabía si era por los nervios y el estrés, o porque así fue toda la vida.

Pero nadie lo miraba mal.

Algunos lo miraban solo porque pasaba por un lado de ellos, incluso una compañera de su salón, Abril, le sonrió y se acercó a él cuando cruzó la puerta del salón.

—¡Hola!

Isaac la miró aturdido y balbuceó un poco.

—Sí, yo también estoy bien. —Se rio e Isaac se sonrojó—. Ten.

—Oh, ehm, ¿q-qué es? —preguntó cuando la tarjetita estuvo en sus manos.

—Una invitación, todavía estaremos un año juntos, pero creo que sería agradable reunirnos, ¿irás?

—E-Eh, claro, sí, gracias.

Abril le volvió a sonreír y se volvió con otros chicos que estaban entrando. Dio unos pasos torpes y se topó con la mirada de Leonardo.

Era arrogante.

—¿Tú hiciste que me diera una invitación?

—¡Ah!, claro que no —Leo gruñó—. Esto es en serio, Isaac, no les caes mal, solo que tú no hablas y estás todo gelatinoso en tu asiento, aparte de que no te gusta trabajar en grupo.

—Oh.

Bajó la vista hacia la tarjetita y se sintió feliz.

—Irás, ¿verdad?

Leo le preguntó cuando Isaac se dejó caer en el asiento.

—Estás bromeando, ¿verdad? —Isaac saltó—, ¡claro que iré! Dios Santo, yo jamás me imaginé algo así, estoy tan e-emocionado o... o extasiado.

Balbuceó y Leo se rio.

—Genial, iremos juntos. Seré el mal tercio ahí, pero está bien.

Isaac se removió en su asiento y se inclinó un poco hacia enfrente.

—¿N-No hay nadie para ti?

—¿Te refieres alguien que me guste? —Isaac asintió y mordió su labio—. B-Bueno, puede que sea tonto, pero antes me gustaba Oliver, es lindo, pero es muy tonto —empezó a balbucear, mientras cruzaba sus piernas—, ¿pero sabes algo? ahora creo que me gusta otra persona, supongo que lo conoces, se llama Joshua, aunque, Dios, también se me hace lindo Javier, ¿jamás has estado ahí? ¿cuando no sabes dónde golpear? No te lo recomiendo, es verdaderamente frustrante.

Isaac lo estaba escuchando, de verdad, él lo estaba haciendo, pero cuando Esteban entró, simplemente se desconectó.

—¡Oye!

Leo palmeó su brazo e Isaac lo enfocó a través de sus lentes redondos.

—Como no quieres saber de mis problemas amorosos, hablemos de otra cosa, ¿eh? —propuso—, ¿hablaste con tu mamá?

Y con eso tuvo a Isaac en la cancha.

—¡S-Sí!, hablé con ella —murmuró mientras Esteban se sentaba a su lado—, dijo que estaba bien, que incluso lo había considerado antes.

—¡Oh, eso es genial!

—¿De qué hablan?

—Isaac irá con un psicólogo —contestó a Esteban.

—¿Por qué, bebé?

Le preguntó y, vamos, nadie pudo ignorar el apodo en la oración. Esteban estaba todo nervioso e Isaac se puso rojo, Leo solo sonreía y esperaba a que Isaac contestara.

—P-Pues, verás, eh, Leo había estado ayudándome con... mi autoestima y todo eso, y me ayudó de verdad, pero creemos que sería mejor ayuda un poco más... ¿profesional?

Cuando terminó, Esteban reflexionó sus palabras y lo miró con una sonrisa suave.

—Eso es genial —aceptó y tragó un poco—, ¿qué tal si... si voy contigo?