DIECIOCHO

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Isaac estaba sentado en el jardín con Esteban a su lado, y Leo estaba haciendo fila junto a Javier y Joshua.

Simon desapareció después de que Liam lo hiciera.

Y ahí estaba él, estaba solo como siempre lo estuvo. Debió controlar su boca y no hablar sin pensar, porque, vamos, él sabía que varios de sus amigos eran gais y los que no lo eran, los apoyaban.

Y Oliver solo era un idiota con miedo.

Sus chistes jamás daban risa, pero entonces todo el mundo se reía. Y si las personas se reían de lo que él decía, entonces era porque lo estaban escuchando y le estaban prestando atención. Y Oliver quería eso.

Amaba sentir que simplemente la gente quería caerle bien, aunque lo que dijera fuera estúpido.

Oliver no se había metido jamás con el físico de nadie ni de broma antes, pero apareció Isaac y simplemente echó la vida de Oliver por la borda, porque le gustó desde que lo vio.

Pero Oliver no era gay y no lo sería, él amaba a las mujeres, eran lo mejor que le pudo pasar al mundo. Ninguna mujer le había hecho daño antes.

Así que decidió centrarse en todo lo malo que pudiera encontrar en Isaac, pero no fue suficiente con repetirlo en su mente y tuvo que decirlo en voz alta y refugiarse en la ignorancia, eso siempre servía. Él ignoraba cada que su padre entraba a su habitación, Oliver lo ignoraba porque su madre lo hacía, y Oliver quería hacerla feliz.

Pero Esteban tenía que joderla diciendo lo que pensaba, y Oliver se vio obligado a afrontar la realidad una vez más. Y como cada que lo hacía, él estaba solo.

¿Por qué siempre se esforzaban en recordarle lo solo que estaba?

Se disculpó, pero le tomó cada gramo de su valor hacerlo. ¿Qué hubiera pasado si Isaac lo mandaba al diablo? Sea como sea, aceptó sus disculpas. Oliver se sentía bien, pero seguía repitiendo las vagas imperfecciones en su mente.

Y seguía sintiendo asco. Mucho asco de ver a dos hombres dándose las manos. Podía soportar que fueran gais, pero no las muestras de afecto frente a él. Y solo lo soportaba porque, al final, Oliver era gay, y saber que había personas así siendo felices, lo hacía sentirse un poco calmado.

Aunque le diera asco que otro hombre tan siquiera intentara tocarlo.

Y se enojaba consigo mismo cuando veía a Leo de una forma incorrecta, o cuando simplemente Isaac se le seguía haciendo lindo.

El Chico PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora