TRES

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El día de San Valentín era el peor de los días para Isaac.

Lo único bueno era que casi no tenían clases y todos estaban distraídos con su "amor y amistad", y él podía ver a Esteban sentado en la esquina sin que lo molesten.

Aunque no tuviera a nadie para compartir su amor. Solo tenía a su familia, pero eso no importaba cuando estabas en la escuela. Quería un amor distinto, uno con Esteban..., o con alguien que lo amara como novio.

Incluso una chica comenzaba a sonar interesante.

Cuando el timbre sonó y todos comenzaron a salir, Isaac se paró acomodando su bufanda amarilla y caminó desganado hacia los pasillos.

Ni siquiera tenía un amigo, no había amistad tampoco para él. ¿Realmente era tan feo como para que nadie lo aguante? Bufó triste, y acomodó su cabello negro para alejarlo de sus ojos.

Desde lejos, Leo miraba con disimulo a Isaac, y momentáneamente se preguntó si tenía amigos. Suponía que no, nadie quería serlo. Y su segundo pensamiento fue conocerlo. Frunció su boca rosa cuando lo vio sentarse totalmente solo mientras se abrazaba.

Por un segundo, sintió la necesidad de acercarse. Su cuerpo reaccionó solo y dio un paso enfrente, pero alguien lo detuvo.

—Leo vamos a la cafetería. —Oliver lo miraba con una sonrisa y ojos brillosos.

Leo respiró y asintió, yendo hacia el lado contrario que su cerebro le había dicho hace dos segundos.

Cuando Isaac regresó al salón, diez minutos antes de la hora de entrada, su mirada cayó sobre un paquete de plástico de color rojo en su mesa. Lo agarró confundido con sus manos temblando, era una caja de chocolates.

<<Para el chico más lindo, Isaac Davis>>, leyó la nota azul.

Isaac sonrió con burla y volteó a su alrededor esperando ver a alguien riéndose de él, después buscó una cámara o celular, después se asomó por las ventanas y por la puerta. Pero no había nadie. Su mirada fue a los chocolates de nuevo y se aseguró de que estuvieran cerrados, después comenzó a temblar con una sonrisa y temió que sus lentes cayeran.

Y Esteban, que lo miraba desde afuera del salón por la ventana, tapándose con un jodido árbol, solo pudo sonreír.

El Chico PopularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora