Amelia no pensaba casarse tan pronto, ahora debía decidir entre 3 hombres y en solo 6 meses cuando su tía la lleva a un lugar extraño para calmar su rebeldía.
"¿Podrías decirme que hacemos aquí?"
"Querida, Lía, uno de ellos es tu futuro esposo. Bien...
«—¿Y si se multiplican los últimos dos números?— le pregunté mientras pensaba un poco en este ejercicio.
—Primero debes dividir la raíz cuadrada de la operación inicial y después multiplicar ese resultado por la suma del mismo— Michael me explica detenidamente.
Estaba sentado atrás de su escritorio con un bolígrafo en su mano y ayudándome con mi tarea de cálculo.
—¿Pero la x también se multiplica?— fruncí mi ceño frustrada volteando a verlo.
—No, la x se recorre a la derecha y ahí es cuando sumas el primer número— señala con su dedo todo lo que va diciéndome.
Respiré hondo— Bien, déjame intentarlo— dije luego de pedirle que me explicara por tercera vez cómo hacer una operación.
Para nada era buena en cálculo o matemáticas pero precisamente por eso es que vine a pedirle ayuda a él. Si, admito que Michael era increíblemente inteligente, sabe mucho de muchas cosas, él me explicaba esto como si fuera cualquier cosa y yo lo miraba confundida y con cara de estupida.
Éramos tan diferentes a veces.
—¿Terminaste?— preguntó.
—Creo— respondí mordiendo la goma de mi lápiz. Le di la vuelta a mi cuaderno para mostrarle el resultado de mis operaciones y él empezó a revisarlas, yo solo veía como sus ojos repasaban toda la hoja y mis nervios estaban a flor de piel.
No quería verme tan estupida ante él.
—Lo hiciste bien— escucho que dice y me regresa el cuaderno, inmediatamente sonreí sorprendida
—¿En serio?
—Así es, pero deberías practicar un poco más, solo para reforzar tus conocimientos— dice con media sonrisa en el rostro.
Suspiré aliviada— Lo se, gracias por ayudarme— dije sincera mirándolo fijamente y me paré de mi asiento para darle un beso en la mejilla, cerca de la comisura de sus labios, después del beso de ayer me ponía aún más nerviosa su presencia.
Él niega con la cabeza— No agradezcas, estoy aquí para ayudarte cuando quieras.
Solté una risita.
—Eres un sol, Michael.
—Tu lo eres »
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