Amelia no pensaba casarse tan pronto, ahora debía decidir entre 3 hombres y en solo 6 meses cuando su tía la lleva a un lugar extraño para calmar su rebeldía.
"¿Podrías decirme que hacemos aquí?"
"Querida, Lía, uno de ellos es tu futuro esposo. Bien...
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Mis manos comenzaron a temblar y me quedé fría en mi lugar, realmente no sabía cómo reaccionar, solo se que tengo muchos sentimientos encontrados en este momento y la duda existencial del por qué Michael aún tenía estas fotos y las tenía tan escondidas.
Salí apresurada de la oficina sosteniendo aquellas fotos todavía y con el corazón latiendo más rápido de lo normal, tan solo quería desaparecer, pero conforme me acercaba a la salida, oía voces, voces que ya conocía, y sabía que era una conversación que debía escuchar.
—Zara...
—¡No, Michael!, no puedes culparme, o si quiera juzgarme— ella llora amargamente— ¡Tú me dejaste!, escogiste a Amelia y a mi me hiciste a un lado. Rompiste mi corazón, así que no puedes culparme o juzgarme por la manera en la que yo reparo lo que tú rompiste!
—Zara, yo no...
—Solo olvídalo, no vale la pena esto. Ni tú ni yo.
Me asomé y eran ellos, Michael y la mujer de la cafetería, estaban discutiendo, jamás lo hubiera imaginado.
—No te estoy juzgando, solo te advierto que no puedes estarte relacionando con todos los hombres que trabajan aquí, no es posible que no te importe— él le responde. Estaba de espaldas mientras ella de frente.
Mierda!, cubrí mi boca con mi mano para evitar que se me escapara un gruñido de molestia, yo también estaba enojada, porque Michael me ha ocultado que tuvo una relación con esa mujer y yo he sido tan estupida.
—Ya te lo dije, ¿crees que esa niña vale más que yo?, estás tan equivocado— ella murmura con frialdad.
Y lo que más me sorprendía es que ella me conocía bien, sabía de mi, sabe de lo que tengo con Michael, y sus palabras anteriores no las puedo olvidar.
"¡Tú me dejaste!, escogiste a Amelia y a mi me hiciste a un lado."
¿Él la dejó por mi?
Quiero gritar.
—Michael— salgo de mi escondite y lo llamo con mi voz temerosa, inmediatamente ambos me voltean a ver, y estoy segura de que Zara solo me veía con asco y furia, pero él... él palideció cuando me miró ahí.
—Amelia, no...— y se puso peor cuando vió que traía algo en la mano, y se dió cuenta que había oído su linda discusión con aquella mujer.
—Eres un mentiroso— negué con la cabeza y algo decepcionada.
—¡Vete ahora!— él le exige a Zara y viene hasta mi jalándome del brazo y llevándonos hasta su oficina sin voltear otra vez. Cerró la puerta de un golpe.
