𝓥𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖈𝖎𝖓𝖈𝖔

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- ¿Quieres tomar o comer algo? - preguntó Narcisa viendo a su hijo recostado en su cama sin hacer ningún movimiento, tan solo el de respirar pausadamente.

- No tengo hambre, estoy bien gracias - murmuró el rubio sin ver a su madre ni salir de su escondite bajo las sabanas.

- Pero bebé, es hora de comer algo, no puedes dormir con el estomago vacío - replicó la omega viendo a su cachorro preocupada, despues de haber regresado del cementerio el rubio habia enfermado, lo cual lo tenia sin energías ni ganas de nada, tan solo se quedaba echado en la cama y leía algunos libros.

- No tengo hambre mami, por favor solo quiero dormir - susurró el rubio a lo que Narcisa tan solo asintió, su cachorro llevaba comiendo muy poco la ultima semana, habia tenido bajones en el transcurso de los días por lo que habían preferido que se quede en casa hasta que mejore.

Lo cual no tenia del todo contento al rubio por el tema de sus estudios, pero tampoco decía nada, sabía que su madre no lo dejaría saltar clases si no fuera por algo importante.

Narcisa salió de la habitación con la charola de comida que le habia preparado a su hijo, en el pasillo se cruzó con su esposo quien acaba de llegar su trabajo, Lucius la miró con curiosidad y ella tan solo soltó un suspiro para dirigirse a la cocina.

Lucius caminó hasta la habitación de su hijo, ingresando con cuidado lo vio arropado por las mantas de la cama, Draco le regaló una sonrisa débil y cansada a modo de saludo, Lucius tan solo le sonrió y se acercó para comprobar su temperatura, cuando terminó de revisar a su hijo lo dejó durmiendo, bajó a la cocina donde Narcisa le esperaba con su cena servida y se dispuso a comer en compañía de su esposa.

Eran las nueve de la noche cuando la pareja se fue a su cuarto para poder descansar, cuando estaban vestidos con sus pijamas y dispuestos a recostarse en su cama, escucharon la melodía de instrumentos fuera de su casa.

Lucius frunció el ceño entre molesto y confundido, miró a Narcisa quien estaba igual que él, extrañada se acercó a la ventana que daba hacia la calle.

- Joder, ¿a que vecino se le ha ocurrido serle infiel a su pareja en esta semana? despertaran a Draco. - murmuró el alfa viendo a su esposa en la ventana.

Narcisa miró hacia afuera y una sonrisa divertida se le formó en el rostro.

- Bueno, creo que su intención es despertar a Draco amor. - comentó divertida la omega mientras se alejaba de la ventana y se colocaba una bata de dormir para salir del cuarto.

- ¿Qué? - cuestionó confundido el alfa acercándose a la ventana para ver que pasaba - maldito Potter - susurró para tambien salir de la habitación.

Draco despertó molesto ante el ruido que escuchaba, su cabeza le daba vueltas y sentia los ojos pesados, se levantó de su cama un poco aturdido y cuando estuvo en sus cinco sentidos captó lo que realmente estaba pasando, un poco frustrado porque su sueño haya sido interrumpido pero a la vez emocionado por escuchar una serenata, saltó de su cama para acercarse a la ventana y ver a quien iba la serenata.

Draco amaba las serenatas, escucharlas y cantar esas canciones era como su hobbie, encendió la luz de su cuarto para no tropezar con nada y abrió las cortinas que cubrían las ventanas, al ver a los mariachis de frente a su casa frunció el ceño pero luego se sorprendió al ver a Harry mirando hacia él.

Soltó una risa al verlo ahí y a la vez sonrió enternecido por la serenata, su madre ingresó a su habitación con una sonrisa y sacó una de sus chamarras para que se lo colocara, Draco rápidamente se abrigó y junto a su madre se dirigieron hacia la puerta, chocando en el camino con su padre quien tan solo suspiro y siguió a ambos omegas.

𝑨𝒍 𝒇𝒊𝒏𝒂𝒍☆𝙃𝙖𝙧𝙘𝙤.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora