Sinestesia | SEKS #1

34.

Bueno, si no están viendo un montón de progreso entre estos tórtolos estoy haciendo algo mal. Disfruten el capítulo <3 

CAPÍTULO TREINTA Y CUATRO

Para Demian, poner a una chica en una camilla, restringirla y tocarla hasta que olvide cualquier cosa más allá de la sensación de sus manos en la piel, debe ser moneda corriente. Sin embargo, para una persona que jamás lo ha hecho, puede significar un montón de cosas.

Rompí mis límites... un poco... bastante. Dejé que me toqueteara en el club, frente a personas y no hubo un ataque de pánico, ni gritos, ni ansiedad. ¿Eso debería tranquilizarme o perturbarme?

Incluso el hecho de no poder moverme fue... relajante. Es difícil comparar correas con brazos pero se sintió exactamente igual a la sensación del cuerpo de Demian aprisionando el mío en la cama. Sabes que no te puedes escapar, que algo te retiene pero es un lugar seguro, tranquilo. ¿Qué sentido tiene alterarse por algo que no tiene solución?

Regresar de donde quiera que haya estado mi mente en este lapso es otro proceso. Proceso para entrar, proceso para salir. Es claro que las cosas en esto no son rápidas. A veces siento que vamos rapidísimo— tal vez porque absolutamente todo esto es completamente nuevo para mí — y otros días, cuando logro mirar toda la situación, noto que, en realidad, no estamos corriendo y eso me tranquiliza.

—Dijiste algo en ruso— murmuro poco después, mientras voy recopilando las cosas en mi cerebro.

—Uhm— Demian no dice nada más y es claro que no piensa decirme.

—¿Tengo que aprender ruso?

Él se ríe.

—No, no será necesario— él presiona sus labios en mi frente y luego suspira—. Nos vamos a casa, Lianna.

Las entrañas se me contraen. Si, una parte de mí quiere irse pero, por otro lado, la curiosidad de seguir aquí y saber qué tanto más puedo descubrir del club, me hacen hablar:

—¿Podemos quedarnos un rato más?— murmuro.

Demian me observa, frunciendo ligeramente el ceño y analizando mi rostro, tal vez buscando qué demonios me hizo cambiar de idea.

—¿A qué vino eso?

—A nada— respondo nerviosa. ¿Tal vez está mal que lo sugiera siquiera?

—¿Quieres quedarte?

—Tal vez... un rato más.

Creo que esto me está poniendo más nerviosa que haberle pedido que me dejara correrme el fin de semana pasado.

—Bien— él no dice nada más por unos cuantos segundos.

—¿Puedo recuperar mi ropa, por favor? — pregunto, subiendo mis ojos a los suyos. ¿Dónde quedó mi sostén y el top, de todos modos?

—Convences a todo el mundo con los ojos de cachorro, ¿No es así? — Demian me da una sonrisa lenta—. No funcionan conmigo, muñeca.

—Pero yo no...

—Supongo que habiendo estudiado psicología, habrás escuchado algo como no voy a decirte lo que quieres escuchar, sino lo que necesitas— yo asiento—. Bueno, no voy a darte lo que quieres, sino lo que necesitas.

—¿Y cómo es que necesito estar desnuda?

—Confianza, romper barreras— murmura—. Aquí nadie se sobrepasa, muñeca, nadie va a tocarte si no lo quieres— dice, pasando la mano por mi pantorrilla.