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Unas horas antes con el trio de oro.

Kreacher ha vuelto con el ladrón Mundungus Fletcher, Amo. —Mundungus luchó por kevantarse y sacó su varita. Hermione sin embargo, fue demasiado rápida para él.

—¡Expelliarmus! —La varita de Mundungus voló por el aire y Hermione la cogió. Con los ojos salvajes, Mundungus se lanzó hacia
las escaleras; Ron le hizo un placaje y Mundungus golpeó el suelo de piedra con un crujido amortiguado.

—¿Qué? — gritó a voz en cuello, retorciéndose en su intento por liberarse del agarre de Ron — ¿Que he
hecho? Mandarme a un sangriento elfo doméstico, ¿a qué estás jugando, qué he hecho?, suéltame, suéltame o...

No estás en posición de formular amenazas — dijo Harry. Lanzó a un lado el periódico, cruzó la cocina en unas pocas zancadas, y se puso de rodillas junto a Mundungus que dejó de luchar aterrado. Ron se levantó, jadeando, y observó como Harry apuntaba su varita deliberadamente hacia la nariz de Mundungus.

Mundungus hedía a sudor rancio y humo de tabaco. Su pelo estaba enredado y su túnica manchada.

Kreacher se disculpa por la tardanza en traer al ladrón, Amo — croó el elfo — Fletcher sabe como evitar la captura, tiene muchos escondrijos y cómplices. No obstante, Kreacher atrapó al ladrón al final.

Lo has hecho realmente bien, Kreacher — dijo Harry, y el elfo hizo una reverencia. — Bueno, tenemos unas cuantas preguntas para ti — dijo Harry a Mundungus, que gritó al instante.

— ¿Me entró el pánico, vale? Nunca quise ir para empezar, sin ofender, colega, pero nunca me ofrecí voluntario para morir por ti, y era el mismísimo Quien- tu-ya-sabes el que venía volando hacia mí, todo el mundo se largaba, dije todo el rato que no quería hacerlo...

Para tu información, el resto de nosotros no desapareció — dijo Hermione.

Bueno, entonces son unos malditos héroes, ¿verdad?, pero yo nunca fingí presentarme voluntario para que
me mataran...

No estamos interesados en por qué dejaste en la estacada a Ojoloco — dijo Harry, moviendo su varita un poco más cerca de los ojos perrunos e inyectados de sangre de Mundungus— Ya sabíamos que eras un pedazo de escoria indigno de confianza.

Bueno entonces, ¿por qué me mandas elfos domésticos? ¿O esto va de las copas de nuevo? No tengo
ya ninguna de ellas, o te las habría dev...

No es por las copas tampoco, aunque te vas acercando —dijo Harry — Cállate y escucha. Cuando limpiaste esta casa de cualquier cosa de valor. —Empezó Harry, pero Mundungus le interrumpió de nuevo.

A Sirius ningun le interesó nada de esta basura...— Se produjo un sonido de pies corriendo, un destello de
cobre brillante, un resonante clang y un grito de agonía. Kreacher había ido corriendo hacia Mundungus
y le había golpeado en la cabeza con una cacerola. —Quítamelo de encima, quítamelo de encima. ¡Deberían
encerrarlo! — gritaba Mundungus, acobardado cuando Kreacher alzó de nuevo la pesada cacerola.

—¡Kreacher, no! — gritó Harry.
Los flacos brazos de Kreacher temblaban por el peso de la cacerola, todavía sostenida en alto.

— ¿Quizás solo un poco más, Amo Harry? —Ron rio.

Le necesitamos consciente, Kreacher, pero si necesita que lo persuadan podrás hacer los honores — dijo Harry.

Muchas gracias, Amo — dijo Kreacher con una reverencia, y retorcedió una corta distancia, sus
grandes ojos pálidos todavía estaban fijos en Mundungus con aversión.

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