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La mañana siguiente Anne despertó antes que el resto. Quería entrar a la cafetería primero, desayunar rápido y ser la número uno en la fila de la biblioteca.

En realidad, solo ella y Gilbert estarían allí, pero ninguno lo sabía todavía. Aunque era obvio, no había muchos que se preocuparan por entrar a la biblioteca temprano el primer día de estar abierta.

Se alistó, se puso su uniforme un poco menos formal, se peinó y salió de la habitación a hurtadillas. Por suerte todas tenían el sueño bastante pesado como para oírla mucho más.

El día aún estaba un tanto oscuro y frío, pero por lo menos tenían la cafetería en la planta baja del edificio.

En su mente ya había planeado todo. Tenía el lugar estratégico donde se sentaría, a tres mesas de la tercera ventana que había, en el único lugar que poseía un azucarero con una marca roja en la base.

Venía muy concentrada en revisar su mochila y caminar por instinto a la única mesa que nunca había ocupado, al punto que solo prestó atención de nuevo cuando iba a dirigir la mano a la silla donde se ubicaría. Pero ahí estaba él.

Siempre estaba él.
————

Gilbert despertó y corrió al baño, no sabía para qué si los demás eran demasiado perezosos como para despertar a las 6 am y competir por quien se bañaría primero.

Cole siempre era el último, porque era el único que soportaba secar el baño luego de ser usado.

Se duchó y salió solo envuelto de medio cuerpo con una toalla. El cabello aún lo llevaba mojado y pequeñas gotas caían al piso mientras caminaba en busca de su uniforme. Gotas que luego Cole secaría (o Moody si se caía por culpa de ellas, como era costumbre)

Cuando estuvo listo se largó, pero antes de bajar recordó su mochila. Eso lo atrasó, por lo que en medio del camino iba acomodando el contenido, asegurándose de tener el informe que le habían pedido para química. Sí, solo un día y ya le daban tarea.

Como no miraba al frente, solo se guiaba del instinto para tomar lugar en la única mesa que nunca antes había usado. Cuando dedujo que ya estaba cerca de la silla, estiró la mano, pero en lugar de tomar la madera posicionó la palma encima de una piel desconocida.

Alzó la vista y sus ojos se conectaron. Una electricidad los abundó y ni siquiera se preocuparon por dejar de tocarse. Solo se quedaron petrificados frente a frente, en medio del sepulcral silencio de la mañana.

Blythe / Shirley —dijeron al unísono, con gran desprecio. Se fulminaron con la mirada y al fin lo entendieron.

Hicieron movimientos rápidos y, para cuando lo notaron, volvían a este frente a frente, pero sobre las dos sillas que rodeaban esa mesa. Mierda.

—Lárgate —obligó Anne con el ceño fruncido y la voz dura.

—Tú lárgate —terció Gilbert dedicándole una sonrisa en forma de juego. Un juego que a ella no le gustaba para nada.

—Yo llegué primero —replicó ella, cruzándose de brazos y apoyándose contra el respaldar de la silla.

—Bueno, yo también lo hice. Así que, o te vas tú o me quedo yo.

Anne rodó los ojos y bufó con incredulidad ante las palabras de Gilbert.

—Eso no tiene ninguna lógica a mi favor, por amor a Dios.

—¿Quién dijo que mis ideas debían favorecerte, Anne?

Su tono fue... simplemente fue. Es decir, derretía con aquel sonido de suspenso, pero coqueto. Así embobaba a cualquiera, y a Anne le costaba del uso excesivo de sus neuronas para salir ilesa.

AMORTENTIA; Shirbert [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora