2.6. Como en el lago de los cisnes

1.4K 149 67
                                    

La nieve volvía a caer en Avonlea, y por lo tanto, el lago se congelaba.

Todos los jóvenes salían con sus patines y trineos a pasar la tarde entera entre la nieve y patinando. Gilbert desempolvó sus viejos patines, aquellos que con tanto recelo había guardado en su armario. Los observó por unos segundos, recordando el momento en el que su padre se los regaló.

Suspiró con tristeza, al igual que todas las veces que se acordaba de él. Después, cerró el armario y cogió su chaqueta para salir en busca de sus amigos.

Luna, Anne, Diana, Ruby y Jerry habían quedado para salir al lago, dónde se encontraron con el resto de sus amigos.

-Vamos a dejar las cosas ahí -señaló una roca la rubia y aceleró el paso hacia ella.

Las chicas la siguieron y allí dejaron sus bolsas y demás pertenencias.
Después, se pusieron los patines y se deslizaron por el hielo.

Ruby y Diana eran las mejores patinadoras del grupo. Se deslizaban como gotas por las hojas, con gracia y delicadeza. Hacían giros y vueltas, pareciendo hadillas del bosque bailando, todo lo contrario a Luna, Anne y Jerry.

Esos tres muchachos se bastaban con mantenerse en pie y no caer estrepitosamente. Se movían tanto como sus torpes pies se lo permitían, tambaleándose y agarrándose entre ellos. Aunque Luna escondía un pequeño secretito... A lo lejos vieron la silueta del joven Blythe, ya portando sus patines, y trataron de acercarse.

Luna estaba a punto de llegar a donde él cuando su pie izquierdo falló y resbaló, cayendo encima de Gilbert. El chico fue rápido y logró sujetarla, quedando los dos jóvenes a escasos centímetros.

-No sabía que tenías tantas ganas de verme, princesa -dijo con voz burlona, sonriendo ladinamente.

-Necesitaba sentir tu presencia, y mis ansias por volver a verte han sido más rápidas que mis propios pies -respondió en el mismo tono, siguiéndole el juego.

Gilbert sintió que por un momento, Luna volvía a ser la chica que recordaba.

-Anda, vamos a juntarnos con Cole y el resto, nos están mirando... -la chica intentó soltarse, pero Gilbert no la dejó.

-Que nos miren entonces -dijo Gilbert con una gran sonrisa-. Que sepan que soy el hombre más afortunado del mundo por tenerte a mi lado.

El chico le brindó una cálida sonrisa acompañada de una amorosa mirada. Cualquiera que no les conociese pensaría que eran pareja o algo por el estilo. Y uno de ellos dos deseaba que así fuese, mientras que al otro se le empezaba a derrumbar el muro que había creado alrededor de su corazón.

-¡Aish Gilbert! -exclamó Luna, dándole un suave golpe en el hombro al chico, provocando su desestabilización y que Gilbert la tuviese que agarrar más fuerte-. Vamos ya, me vas a sacar los colores...

Ayudó a Luna a ponerse en pie de nuevo y comenzó a patinar con ella de la mano. Luna sonrió. Debía admitirlo, se lo estaba pasando bien. Tras un buen rato jugando entre todos, decidieron parar a comer.

Estaban cansados, habían gastado todas sus fuerzas jugando al pilla pilla. Algunos de los chicos se quejaban de los golpes que habían recibido cuando caían al hielo. Las chicas se reían de ellos, haciendo que el ambiente fuese familiar y acogedor.

-¿Dónde está mi guante? -se preguntó Anne en voz alta, buscando en sus bolsillos la prenda que le faltaba.

Las chicas se pusieron a buscarlo, cada una mirando por un lado. Fue Ruby quién lo encontró, posado en el lago helado, cerca del centro.

-¡Ahí está! -avisó la rubia.

Anne no se lo pensó dos veces y corrió a buscarlo, sin tener en cuenta un factor...

-¡Anne, espera! -gritó Luna, tratando de parar a su amiga de lo inevitable.

El guante estaba cerca del centro, lo que significaba que el hielo era más escaso, y la resistencia que opondría a romperse sería pequeña, casi nula.

Luna se puso los patines de nuevo todo lo rápido que sus congeladas manos se lo permitían, y salió en busca de la pelirroja. Sus amigos quedaron sorprendidos; no había rastro de aquella chica torpe y miedosa que habían visto escasos momentos atrás. Patinaba velozmente, con decisión, demostrando una agileza y control espectacular.

Pasó a Anne y llegó antes donde el guante, el cual recogió y tiró hacia la orilla del lago. Lo siguiente que hizo fue agarrar a la chica del brazo y clavando sus patines al hielo, lanzarla al otro lado. El peso de las dos chicas había provocado grandes grietas en el hielo, y la guinda del pastel fue que Luna clavarse las puntas de sus patines en ellas.

El hielo se resquebrajó.

Luna miró asustada al grupo de muchachos que observaban la escena, y tras eso, ¡Plof! Agua.

Estaba congelada. El frío se clavaba en la piel de Luna como cuchillas; una tras otra, rasgando su fina piel. La pesadez de su ropa no le permitía nadar, y sus articulaciones comenzaban a fallar tras pocos segundos de haber caído.

El aire de sus pulmones se agotaba y unas inmensas ganas de dormir se apoderaron de la joven. Lo último que vio fueron las siluetas emborronadas de los chicos, que gritaban su nombre y trataban de llegar a ella.

Pero Gilbert... ¿Dónde estaba Gilbert?

***

Feliz Navidad!!!!

I Found You, Gilbert Blythe »Gilbert Blythe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora