Capítulo 29

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En Midgard, algo le decía a Sven, al ver que Serenity no regresaba, que posiblemente ella se hubiera reencontrado de alguna manera con Ian. Había visto los trozos rotos del vestido que llevaba la chica, en el bosque, pero también vio tirado en el suelo el escudo rojo del dragón Fafnir de Ian. Así que, por esa razón, dedujo que Ian la había salvado del monstruo y que ahora estaría con él, quizá se la habría llevado con él al Valhala para poder protegerla, pensaba.

Serenity rebosaba felicidad por todos y cada uno de los costados de su cuerpo. Ya no había nada que le separara de Ian, ni siquiera el apocalipsis. Pero, no todo iba a ser felicidad porque la última batalla; la Batalla del Ragnarok, iba a comenzar... ¡ahora mismo! 

El gigante Heimdal* convocó rápidamente a todos los dioses de Asgard para avisarles de que ya estaba aquí el Ragnarok, el fin del mundo.

La Tierra, Asgard y todos los demás mundos temblaban en un enorme terremoto. Pero no sólo eso, habían maremotos y tornados, los volcanes entraron en erupción, plagas y pestes gobernaban Midgard, todas las desgracias que existían estaban llegando y haciendo su aparición, como si se hubiera vuelto a abrir nuevamente la "caja de Pandora". El mundo estaba gobernado por la oscuridad, todo se llenó de invierno, era como si estuvieran viviendo en estación permanente y eternamente.

Odín mandó llamar enseguida a Ian.

Serenity estaba con Freya.

-Serenity, hay algo que no te he dicho... -le dijo la diosa -y creo que deberías saberlo entes de este apocalipsis...

-¿Qué?

-Estás embarazada...

-¿Qué? -preguntó extrañada, pues no se lo creía

-Que estás esperando un hijo de Ian... -le repitió Freya -bueno, en realidad dos... son mellizos, un niño y una niña... -precisó la diosa -también soy la diosa de la fertilidad y por eso, Odín me pidió que te los mandará como consuelo por la pérdida, para que no te sintieras sola por haberte arrebatado a Ian, te los mandé la primera vez que hiciste el amor con él, así que en el tiempo de los humanos, ya debes de estar más o menos de dos meses... -le explicó

-Pe... pero... eso es... ¡fantástico! -dijo Serenity feliz -¡el único problema ahora es que es posible que muramos! -dijo ahora asustada -siempre he deseado ser la madre de los hijos de Ian... pero ahora es el peor momento...

-Bueno, si sobrevivimos podrás tenerlos... y si no, los tendrás igual en el cuerpo en el que te reencarnes... -le explicó la diosa -así que no te preocupes por eso, tenerlos los tendrás de todos lo modos...

-Gracias, Freya... eres una diosa maravillosa...

-En realidad sólo lo hice porque me lo ordenó Odín, de otro modo no lo hubiera hecho... te confieso que antes te odiaba... pero ahora me alegro mucho por ti, de verdad... -le dijo sinceramente

-Lo sé...

-Pero tranquila, ahora ya no te odio... de hecho te has convertido en una buena amiga para mí en tan solo un día... -le dijo Freya

En el consejo o asamblea de los dioses y diosas, (menos Freya que estaba con Serenity), estaban discutiendo cómo iban a organizarse y defenderse de los ataques en la "Gran Batalla" que les esperaba.

Odín le regaló a Ian una magnífica, larga y enorme espada con una fantástica empuñadura recubierta de piel de león con ornamentos y algunas hachas de doble filo.

El amor del vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora