Capítulo 13

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-¿Así que sus poderes ya empiezan a revelarse y mostrarse? -preguntó el padre de los dioses, Odín, al serle comunicada la noticia por los hermanos, Freyr y Freya

-Así es, mi señor... mirad como ha quedado mi hermano... -dijo Freya enseñándole el estado de Freyr

-¡Ha sido increíble! jamás pensé que un simple humano sería capaz de atarme así... me lanzó una enorme bola roja de fuego que había creado y que le rodeaba todo el cuerpo... -explicó Freyr

-El poder del fuego... es muy valioso, ninguno de nosotros posee esos poderes... -dijo Odín

-Ahora sí creo que Ian es el único que puedo ayudarnos... -admitió y aceptó Freya

-Tenemos que enseñarle a utilizarlos antes de que sea demasiado tarde para él... -dijo Odín -y para nosotros... -agregó -cuéntale ahora mismo a Tyr, su entrenador, lo que me acabas de contar a mí... debe de estar al tanto de esto... cada vez queda menos para que llegue el momento... falta muy poco para el final, disponemos de poco tiempo e Ian todavía no sabe controlar sus poderes... puede ser muy peligroso, así que mañana mismo a primera hora, después de los entrenamientos con Tyr, el chico se enfrentará a mi hijo Thor... él podrá ayudarle a manejar y controlar sus poderes... en la lucha de mañana sólo podrán utilizar los poderes, nada de cuerpo a cuerpo ni de armas... ¿entendido? -ordenó Odín

-Sí, mi señor... -respondieron Freyr y Freya al unísono, le hicieron una reverencia y se retiraron

Freya mandó a Hild para que fuera a curarle las heridas a su hermano, mientras ella iba a los aposentos de Ian, para curarle a éste.

Ian se había quedado dormido, pues estaba más agotado de lo que nunca estuvo en toda su vida, había gastado todas las fuerzas y energías en el último ataque, en el que utilizó sus ya recién descubiertos poderes.

Freya empezó a untarle un ungüento mágico por el pecho para curarle las heridas, mientras Ian, totalmente ajeno a las suaves manos de la diosa de la belleza, descansaba olvidándose de donde estaba y soñaba.

Serenity estaba besando a Ian apasionadamente, pero no, ése no era él.

-¡Tú no eres Ian! -se dio cuenta enseguida Serenity -¿quién eres? -preguntó asustada

De pronto, el falso Ian, se convirtió en otra cosa, un monstruo horrendo, que el Ian original y verdadero no pudo reconocer.

De repente, se veía a Serenity correr aterrada; aquel monstruo la perseguía.

-Es inútil que corras, preciosa... te voy a atrapar igualmente... y cuando lo haga serás mía, sólo mía... -se oyó una voz tenebrosa, temible y horrible pero sólo se veía una sombra muy oscura -nadie te salvará de ser posesión...

El monstruo lograba alcanzar y atrapar a la muchacha y la cogía por detrás de la cintura.

-¡No! ¡déjame! -gritaba la chica -¡suéltame! ¡nooooo!

El monstruo asqueroso le arrancaba el hermoso vestido descotado de tirantes blanco puro como el de una amazona a Serenity, rompiéndoselo, destrozándoselo, desgarrándoselo con sus garras. Ian podía oír y sentir en sus propias carnes los gritos de miedo y de terror de la chica y ver sus lágrimas. Ian intentaba hacer algo y salvar a la chica, pero no podía hacer nada. Sólo sentir el dolor de verla llorar y sufrir porque ella estaba sufriendo, estaba paralizado, no podía moverse y quería hacerlo intentándolo con todas sus fuerzas. Pero sólo pudo conseguir que sus ojos enrojecieran y sentir llamas de fuego en su interior que no conseguían llegar a salir fuera. La ira, la cólera y la furia le hervían la sangre y estaba apunto de explotar, deseaba verter la sangre de ese monstruo más que al de cualquier otro ser de los 9 mundos, incluso ya ni le importan el rey Hakon, sólo quería descuartizar en miles de pedacitos a esa cosa fuera lo que fuese, pero no podía hacer nada por mucho que quería e intentaba, sólo podía escuchar los gritos de la mujer que más le importaba en los mundos y ver como ese horrible monstruo, al que no pudo reconocer, la violaba a sus anchas.

El amor del vikingoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora