[10] COMPROMISO

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No necesitaba comprar ilegalmente estupefacientes, yo tenía mi propia droga

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No necesitaba comprar ilegalmente estupefacientes, yo tenía mi propia droga. Una que me embriaga con sus caricias, me marea con sus besos, llena de ansias mi cuerpo y estremece las partes más sensibles de él.

Jackson.

Siete letras que juntas forman mi droga favorita. Aquella que no he podido dejar por tres semanas. Que día tras día se va inyectando en mi sistema dejándome con ganas de más, me deja sin aliento, llena de deseo, suplicando por el día siguiente.

¿Cómo es posible que una persona pueda poseerte de esa manera? ¿Cómo es posible que lo permita? Cada vez que me toca es como si mi cuerpo no fuese mío.

Sus ojos me provocan, sus manos me tienen marcada y su boca me lleva al éxtasis. Me pierdo en la oscuridad de su sed... tal vez, un día me pierda por siempre...

Ese poder que le otorgué a Jackson desde la primera vez, fue el peor error que pude cometer.

Es delicioso, es una sensación que difícilmente podría describir en palabras. Jackson me llena por completo —no solo literalmente—, sabe lo que quiero y dónde lo necesito.

Sus manos aprietan mi trasero y estabilizan mi cuerpo guiándolo de arriba abajo a ritmo moderado. Adoro montarlo, adoro sentirlo por completo y poder ver su rostro de cerca.

Tengo la vista algo nublada, pero eso no me detiene para acariciar su barbilla, su barba raspa mis palmas y su sonrisa traviesa es un gran estimulante.

Rozo sus labios con los míos, siento su aliento quemar como fuego al chocar contra mi piel. Sin resistirme más lo beso con desesperación, mi lengua encuentra su lugar dentro de su boca y aunque nuestra respiración sea un desastre ninguno piensa despegarse del otro.

Una de sus manos estruja mi seno derecho y por instinto muerdo su labio inferior.

—Quiero que grites —ordena encajando sus dedos en mi piel.

A este nivel ya he perdido el habla. Dejo caer mi cabeza hacia atrás, clavo mis ojos a la lámpara a mitad del techo.

Sus dientes atrapan mi pezón sin delicadeza, lo hace con toda la intención de torturarme.

—¡Grita! —ordena.

Niego con la cabeza mientras me trago todos los jadeos posibles.

Yo podre gritar en diversas ocasiones, pero teniendo sexo, jamás. No deseo que sepan que estoy aquí, mucho menos que tengo sexo con este idiota. Simplemente no me gusta gritar como si fuera una estrella porno.

Mi cuero cabelludo arde en cuanto sus dedos se enredan en las hebras negras sobre mi cabeza.

—Grita —pronuncia entre dientes, como si estuviese molesto.

—No. No quiero... —logro decir.

Entonces me suelta el cabello, pone ambas manos sobre mis muslos y detiene nuestros movimientos.

MI VIDA AL REVÉS ✔ [Spin-off de ¿EEAR?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora