Capítulo VII. Un corazón herido.

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Lágrimas espesas caían de su rostro al ver al kitsune morir entre sus manos, cada caricia dolía más que la anterior y sintió que le arrancaban el corazón cuando una sonrisa débil se asomó moribunda. 

—No Tomoe... no me dejes—lloró fuertemente y sus lágrimas mojaban el rostro del youkai.

—No vas a estar sola, Kagome—mencionó este e hizo un gran esfuerzo por poder levantarse para besar por última vez los labios de la miko—. Además, todo lo que hice fue para protegerte—al haberse incorporado para estar a la altura de la joven un gran charco de sangre los envolvió a los dos.

Los ojos azules de la sacerdotisa le miraron en negación—. Todo esto ha sido mi culpa, yo no debí ser tan egoísta—bajó la cabeza, no quería que el kitsune la viera llorar así. Pero es que todo dolía—. Tuve el mismo destino que Kikyo... fui tan tonta.

Tomoe sonrió y negó, alzó su mano con dificultad para acariciar el rostro de la morena, aunque por la sangre que perdía, la manchó con el líquido carmesí—. Eso no es cierto, y yo prometo que me encontraré contigo en la próxima vida—sin perder ni un momento más, la besó.

Pues a cada minuto que pasaba, sentía como la muerte lo reclamaba cada vez más e incluso pudo ver a los esbirros del inframundo encadenarlo, quería llevarse un último beso de la sacerdotisa.

—Tomoe...

—Te amo, Kagome—soltó el kitsune con tristeza—. Perdóname...—tosió fuertemente, sintiendo como todas las pocas fuerzas que tenía se iban de su cuerpo, la muerte estaba cada vez más cerca.

—¡Tomoe! ¡Tomoe! ¡No! —gritó desgarradoramente cuando frente a sus ojos el kitsune moría y su cuerpo se desplomaba ruidosamente en contra del suelo.

Miró a su alrededor y vio con resignación el campo de batalla. Sango y Miroku estaban abrazados e inconscientes junto a Shippo y Kirara, e incluso quiso buscar con la mirada a InuYasha.

El hanyou estaba allí parado, en medio de esa masacre mirando con pena a la joven del futuro.

—Se acabó, Kagome—le dijo el peli plata con decepción—. Todo se acabó—luego frente a sus ojos, se desmayaba.

Todo era fuego y muerte alrededor suyo, todo había sido en vano.

Gritó tan fuerte que despertó a todos, sus ojos estaban llenos de lágrimas

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Gritó tan fuerte que despertó a todos, sus ojos estaban llenos de lágrimas. 

—¡Kagome! —entró corriendo InuYasha al interior de la cabaña de la anciana Kaede. Había desenvainado a Tessaiga y al ver que no había nada, se quedó en silencio al ver a la joven tan alterada. 

Gracias a su grito, todos se habían despertado pensando que algo malo estaba sucediendo y miraron sin entender a la muchacha. 

—¿Qué está pasando, Kagome-chan? —preguntó Sango con los nervios a flor de piel al ver a la sacerdotisa tan afectada, se acercó a ella para estrecharla entre sus brazos.

Bajo los Cerezos| CROSSOVER| Tomoe&Kagome CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora