Capítulo XVI. Sentimientos

1.1K 135 27
                                    

Todos en la casa Higurashi ignoraban que un shikigami observaba todo con minucioso cuidado, detallando todo lo que veía para poder comunicarle a su amo todos los movimientos de esa casa. La serpiente mágica desapareció en la oscuridad de la noche del contaminado Tokio.

Cuando llegó al templo de la deidad de la tierra, fue en busca de su amo, el animal no entendía de sentimientos humanos, él solo había sido encomendado a vigilar aquella casa. Al cumplir con su tarea buscó por todo el templo a su maestro Mizuki, al encontrarlo se enredó suavemente entre sus piernas para hacerse notar.

El guardián se sorprendió al tener a su serpiente de regreso en casa.

—¿Has podido enterarte de algo?—preguntó al shikigami y este en respuesta serpenteó—. Bueno, cuéntame que has visto.

Mientras el travieso Mizuki preparaba la cena para su ama, escuchaba los seseos del animal. Fue así como se enteró que la sacerdotisa Kagome había regresado del Sengoku junto a un Tomoe herido de gravedad, se alarmó con la descripción que su siervo le daba. ¿Cómo había sucedido? ¿Por qué estaba tan herido?

—¿Le dirá a la ama Nanami, maestro Mizuki?—la voz de Onikiri lo hizo casi tirar la cacerola donde cocinaba un caldo cremoso.

—¡Por todos los dioses! ¡Onikiri, Kotetsu, no vuelvan a hacer eso, casi me matan de un susto y me hacen arruinar la cena para Nanami!—dijo entre molesto y asustado, apagó la estufa de gas donde cocinaba y miró a los dos sirvientes del templo.

—Lo sentimos—dijeron los dos espíritus al mismo tiempo.

—Creemos que la ama debe saber lo que su shikigami le ha dicho, maestro—esta vez fue Kotetsu quién habló.

Mizuki miró a los espíritus con preocupación e hizo un poco de silencio—. No sabía que ustedes podían entender a las serpientes.

—Claro que podemos maestro—dijo Onikiri con esa voz chillona—. Sabemos que el maestro Tomoe está gravemente herido y...

—No creo que sea conveniente decirle eso a Nanami en estos momentos—dijo el albino con preocupación, pero antes de que pudiera hacer o decir otra cosa la figura errante de cierta jovencita se quedó pasmada en el marco de la puerta de la cocina—. Nanami...

Los ojos avellanas de la muchacha se encontraban cristalizados y sus mejillas sonrojadas por el próximo llanto.

No había estado espiando a sus sirvientes ni mucho menos a Mizuki, sabía que su guardián estaba haciendo un gran esfuerzo por ser eficiente en el templo, se estaba encargando solo de todos los deberes para mantener el lugar inmaculado y puro, sin Tomoe las tareas eran más pesadas ya que ambos solían dividirse un poco del trabajo. Pero el zorro era quien se encargaba de sus necesidades dietéticas y agradecía que la serpiente hiciera su mayor esfuerzo.

Pero los días sin Tomoe eran tortuosos, todos los días lloraba y lamentaba el hecho de que el zorro no la reconocía, tristemente se había dado cuenta de que había momentos con este que no podía recordar.

Entonces mientras estaba encerrada en su habitación intentando estudiar o escuchar las oraciones de sus fieles, se fastidió tanto que decidió salir para buscar un poco de compañía. Pensó en sus amigas pero ellas no entendían absolutamente nada de lo que estaba pasando en su vida y las descartó inmediatamente. También pensó en Kurama, aunque también quedó en segundo plano pues era seguro que el cuervo estuviera en ensayos o compromisos de su fama.

Solo quedaban sus fieles seguidores.

Fue así como había llegado a la cocina donde de repente escuchó la voz de Onikiri y Kotetsu hablar sobre Tomoe. Su corazón se llenó de angustia cuando los sirvientes dijeron que él estaba gravemente herido.

Bajo los Cerezos| CROSSOVER| Tomoe&Kagome CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora