Capítulo XV. Al borde de la muerte

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—Parece que todo va de maravilla—dijo una voz aterciopelada y siniestra.

—Se han separado, será muchísimo más sencillo acabar con todos. Por fin tendrás la venganza que tanto has anhelado mi querido Akuraou.

El rostro pálido del mencionado se transformó con malicia, los labios oscuros se curvaron en una sonrisa que prometía cosas terribles. Asintió mientras observaba a través del espejo de aquel espíritu blanco, pudo observar con recelo la maldita obsesión de Tomoe por esa mujer, encima de todo, una sacerdotisa.

Lo que no entendía... ¿No era que el kitsune estaba enamorado de una mujer llamada Yukiji?

—Sé que tienes dudas—habló Naraku con esa voz de cordialidad—. Quizás te suene el nombre de Mikage, el dios terrenal y Otohiko...

—¿Qué con ellos? Los asuntos de las deidades no me interesan. Siempre los favores salen caros cuando de un dios se trata—se quejó el youkai con fastidio recordando las malas experiencias que había tenido con diferentes divinidades.

—Pronto podrás tener una venganza total, Rey Demonio—dijo una vez más con ese tono misterioso que le disgustaba al youkai.

Asintió sin querer prestarle mucha atención, comenzaba a creer que aliarse con ese hanyou era una pérdida de tiempo. Después de aquel enfrentamiento con ese grupo se había dado cuenta de que había contrincantes sumamente poderosos que tenía ganas de combatir.

—Me voy, iré a dar una vuelta. No soporto estar encerrado en un palacio lleno de peste—dijo el pelirrojo sin la mayor consideración al otro hombre.

Los ojos rojos de Naraku analizaron cada uno de los gestos de Akuraou, sonrió malicioso al ver ese gesto en su rostro cuando observó la figura de Kagome junto a Tomoe. Eso podría venirle muy bien a sus planes, pronto podría tener el resto de la perla bajo su poder y absorber al Rey ya que no le fuera de utilidad.

—¿Qué piensas hacer Naraku?—por la misma puerta corrediza por donde el youkai se había marchado, entró otra mujer a los aposentos de este.

—Kagura—habló su creador con frialdad—. Quiero que mantengas vigilada a Kagome y ese zorro, no quiero que los ataques, pero a la menor distracción de la pequeña sacerdotisa quítale el trozo de perla que lleva consigo y mata al zorro mágico que la acompaña.

La dama de los vientos observó a través del espejo de Kanna a la pareja que caminaba en dirección al Oeste. Levantó una ceja al ver al kitsune, sin embargo no hizo ninguna otra reacción y salió de los aposentos de Naraku, pero antes de irse escuchó:

—También quiero que vigiles a Akuraou, hay algo en ese Rey Demonio que no me gusta.

—Como órdenes.

La mujer se retiró sin decir nada, detestando a cada segundo a su creador.

Naraku siguió observando a la pareja que se internaba en los bosques, sonrió malicioso al saber que las fuerzas de sus enemigos menguaban y las suyas aumentaban.

Naraku siguió observando a la pareja que se internaba en los bosques, sonrió malicioso al saber que las fuerzas de sus enemigos menguaban y las suyas aumentaban

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Bajo los Cerezos| CROSSOVER| Tomoe&Kagome CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora