Animals » Narry Storan.

Capítulo 3.

HARRY PDV.

—Harry, Herri. Vamos flojo, ¡Hey, Harry! — Gemma me golpeó con una almohada mientras se sentaba a horcadas sobre mi.

—¡Gemma!, ¿Qué quieres ahora? — grité mientras me la quitaba de encima de un empujón.

—Necesito saber si tú has sacado mi crema depilatoria — me sonrojo mientras habla, es muy intuitiva.

—No la he sacado — digo —Ahora, ¡Sal! — apunté con mi dedo la puerta.

—No mientas Harry, ¿Te depilaste el pilín otra vez? — dijo entre risas.

—Tal vez — dije, ella me miró esperando que siguiera, con una mirada de “Dime o si no te mato”, suspiré —En el baño, el cuarto cajón bajo el lavabo —.

Siempre es así, me rindo ante ella y sus miradas controladoras. Un don que yo no poseo.

—... Y te informo, que tu trabajo comienza en media hora — me dice antes de ir al baño.

Esperen, ¿Qué no era sábado?.

Tomo mi celular y lo prendo rápidamente, dejándome ver la fecha y hora.

¡Pero si es jueves! Gritó mi conciencia dentro de mi cabeza.

Rápidamente, me levanté de un salto de la cama, la hice lo más rápido que pude y tomé mi ropa de mi armario, bueno, tomé lo primero que encontré.

—¡Gemma, sal del baño que tengo que bañarme! — grité tocando la puerta.

—¡No puedo, estoy haciendo pis! — me gritó de vuelta, fruncí el ceño, ¿Qué me importaba lo que estaba haciendo ahí dentro?.

No había caso, volví a mi habitación y comenzé a vestirme rápidamente, me bañaría de vuelta del trabajo.

«O de acosar al rubio» dijo una vocecilla en mi mente, sonreí, tenía tanta razón.

Aunque, yo no diría acosar. Es más bien... Cuidar desde lejos sin que el otro sepa.

Si, eso es.

Ya listo, bajo las escaleras y me encuentro con mi mamá sonriente, preparando un rico desayuno.

—¡Harry! — dice al verme —A desayunar, pequeño — me sienta en la mesa, poniéndome una taza de leche con chocolate, junto a un par de Waffles.

Comienzo a comer, rápidamente como todo lo que he hecho anteriormente. Porque, bueno, mi jefa es una cascarrabias y no tolera un minuto de retraso.

Mientras mastico mi desayuno me hago preguntas, ¿Veré al rubio hoy?, ¿Le pregunto su nombre?, ¿Le digo el mío?.

Bueno, eso se lo dejaré al tiempo, tal vez él decida.

—Estoy listo — dije dejando los cubiertos sobre mi plato ya vacío.

—¿No vas a lavarte los dientes? — me pregunta mi madre.

—Voy tarde, ¡Lo siento! — digo mientras cojo mi abrigo y salgo a la calle.

Camino por las frías calles de invierno, con las manos dentro de los bolsillos proporcionándome calor, ya que con lo apresurado que salí de casa me olvidé de los guantes.

Calles adelante, un agradable olor a pan recién horneado comienza a hacerse presente, inhalo profundamente, ¿Por qué la gente no puede apreciar esto? Supongo que nuestros panes son mejor que los baratos panes sin levadura del nuevo supermercado.