GRIS

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                               CAPITULO 31




Piper



Mi mente está cansada, mi ojos se abren a duras penas, y Alex no deja de apretarme la mano como si quisiera decirme algo.

No quiero perder la esperanza, puede ser una señal del destino que Al, aún siga viva. Quizás esa pizca de esperanza que queda, pueda manternerla con vida.

Miro por última vez su semblante sereno, como si nada, ni nadie en el mundo pudiese hacerle daño. Me pongo de pie, no sin antes bersarle la frente y decirle de forma prometedora, que vuelvo enseguida.

Suelto su mano con delicadeza, y por primera vez en dos semanas salgo al pasillo.

Las blancas paredes del lugar y lo frío que este es, me hacen subir la guardia, no me gustan los hospitales. Aúnque estos sean muy higiénicos y limpios, eso no les quita la vibra que le persigue la muerte.

— Hola, ¿Puedo ayudarla en algo? — Una gentil enfermera me pregunta al ver mi estado de terror.

— Hola.. — Me cuesta tanto procesar información, los días sin dormir y el pensar siempre en el estado de Alex, me han afectado mucho.— Sí, quería hablar con el doctor que está atendiendo a mi novia.

— ¿Cómo se llama la paciente?. — Revisa dentro de una carpeta, los expedientes de los pacientes de esa área.

— Alex Vause.— Su nombre sale apenas de mis labios, como si su estado actual no me permitiera nombrarla.

 

                              • FLASHBACK •


Estamos bajo un árbol, abrazadas como de costumbre. Estoy sobre el cuerpo de Alex, mientras ella solo acaricia mi cabello, mandando corrientes de electricidad por todo mi cuerpo, al mismo tiempo que canta una canción. " Lover, de Taylor Swift"


Can I go where you go?
    Can we always be this close
    Forever and ever?
    And ah, take me out
    And take me home
    You're my, my, my lover.

( ¿Puedo ir a donde tú vas?
¿Podemos estar siempre así de cerca
Por siempre jamás?
Y ah, sácame y llévame a casa,
Eres mi, mi, mi amante ).

   

Levanto una ceja, y me giro para mirarla. Ella baja la mirada, con sus mejillas encendidas, y una pequeña sonrisa.

— Estás muy romántica, mi pelinegra.– Suelto una risita.– Claro que quiero estar para siempre así contigo.– Le guiño un ojo, siguiéndole el juego con la canción de Taylor.

— ¿Me seguirás amando, aunque sea una abuela, con muchas arrugas en mi cara y cuerpo?– Levanta ambas cejas, con una sonrisa, expectante a mi respuesta.

— Claro que sí.– Paso una mano por su pierna.

— ¿Aún cuándo mi humor sea de los mil demonios?– Pregunta nuevamente.

— Por supuesto.– Confirmo, ahora bajando la mirada hacía la perfecta vista de la ciudad, sin dejar de trazar dulces círculos con mi mano sobre su pierna.

MI BEBÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora