EMBOSCADA DE TORTURA

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                               CAPÍTULO 27




Piper




El juego que hacemos con Alex son tan excitantes. Ella se ve tan sexy con sus lentes y ese cuerpo tan increíble que se carga. La baba se me cae con solo verla, y es que no me resisto y nunca lo he hecho.

Siempre es todo tan prohibido con ella, siempre es todo tan excitante que, ¡Joder! Me volveré loca, pero de caliente.

Bueno sería una loca feliz después de todo.

—Mm.. — Le apreto esas sexys nalgas que Dios le dió.

— Estás tan buena. — Tomo sus muslos alzandóla para que enrolle sus piernas alrededor de mi cadera.

La dejo caer en la cama y recorro toda su cavidad bucal con mi lengua. Se siente bien.

Conectar en lo más íntimo con el amor de tu vida es único.

—Besas tan bien.. — Alex jadea sobre mis labios.

Mi entrepierna palpita por sentirla, y por lo que veo la profesora sexy está igual o peor que yo.

— Tu también.. — Quito su bata de seda negra. Se ve tan sexy con la pijama negra, hacen que sus muslos se vean más carnosos, haciendo que la ropa le quede pequeña.

Su piel blanca parece porcelana, la cual quieres acariciar con cuidado para no dañarla. Alex siempre huele tan exquisito, a veces pienso que lo hace para provocarme o más bien para obsecionarme.

Sus rosados y suaves labios me invitan a degustarme por milésima vez de su interior, saboreando cada rastro de su ser. Mientras las lenguas se unen al compás. Atacandose entre sí una y otra vez.

La fricción de nuestro cuerpo con cada rose es demasiado excitante, y me mata el hecho de que aún lleve ropa al igual que ella. Por lo que no prolongo más la perversión y saco su ropa con algo de rapidez.

—Eres tan suavecita. — Lamo su cuello con habilidad y sin ningún descaro apreto sus pechos, sacando gemidos de dolor y placer.

—Eso fue.. — En sus ojos solo había deseo. — Hazlo de nuevo. —Alex me enamoraba siempre con cada cosa que me pedía. Somos demasiados pervertidas y es que siempre experimentamos cosas nuevas por pequeñas que sean.

—Te amo. — Beso sus pechos y así me deslizo hasta su entrepierna, mi más grande placer.

Ver a mi Alex gemir, gritar o jadear es uno de mis pasatiempos favoritos. Ver como su cuerpo se mueve con cada toque y caricia que le propino, aumenta mi perversión.

Ella siempre sabe tan bien y su cuerpo encaja tan bien con el mío. Me encanta cuando llegamos juntas al clímax uniendo nuestras almas, o aclamando nuestros nombres al compás.

Su sudoración y la mía se combinan a la perfección. Cada letra y palabra se nos hace única, y para que alardear como late mi corazón al hacer el amor con la única mujer que el amado en mi vida, Alex Vause.

Mi Alex.

Y es que siempre será mía y yo de ella, aún que nos besamos con diez mil personas, siempre nos perteneceremos.

—Eres mía.. — Susurro en su oído mientras coloco un mechón detrás de su oreja.

— Y tu mía.. — Me sonríe la muy pícara. —Amo tus ojos. — Acaricia mi rostro.

— Amo tu boca, pero aveces reprocho lo que sale de ella. — Mi chica solo sonríe y es que es solo la verdad. — Pero... También amo tu nariz.. — la acaricio y le besó la punta de la nariz. — Tus ojos.. — Repito la mima acción y ella sonríe como niña pequeña. — Tu exquisito trasero. — Le doy una de esas palmadas que tanto me gusta propinarle. — Y por último toda tú.. — Poco la mano en su cintura y la acerco por completo a mi cuerpo.

— Eres tan romántica a veces.. — Besa castamente mis labios.

—Lo sé.. —Acaricio su cabello y no sé el motivo, pero nos quedamos dormidas y muy abrazadas.

Un ruido proveniente del celular me despierta y lo tomo soñolienta. El nombre Jazmín salía en la pantalla y las doce del medio día marcaba el celular, ¿Me preguntó que querrá?.

—Alo. — Toco mis sienes dándole un pequeño masaje.

—Hola.. — La delicada vos de Jaz suena en la otra línea.

—Si.. —No tengo muchas ganas de hablar y Alex no está en la cama.

—¿Estas durmiendo?. — Escucho su tierna sonrisa. Por el poco tiempo que la conozco le e tomado cariño, hasta llegue a contratarla como mi mano derecha.

—Algo así, ¿Algún problema?. — Jazmín ya conoce un poco mi carácter.

—Si, la jefa aún no llega y no sé qué hacer. — Como la jefa soy yo no puedo evitar reírme.

—Estas loca.. — Me acomodó más en la cama y el celular de Alex se prende por una notificación de un mensaje. —Sabes... — Aclaro la vos un poco desconcertada de la situación. — Sabes que cuando no estoy tú eres la que manda. — Desbloqueo el celular de Alex.

—Lo se.. —Suspira, de seguro se debe haber puesto triste por algo. — Quería escuchar tu vos. —Me susurro inaudible y no sé si escuché bien.

Jaz te tengo que cortar. —A Alex le llegó otro mensaje y eso me inquieta, por la insistencia del número agendado como Nathe🔥😼. Además donde estará Alex.

— Bueno luego te llamo. —Cuelgo rápido y le comienzo a ver toda sus conversaciones.

El mensaje de Nathe decía "¿Entonces cenaremos está noche?". Suenan muy comprometedoras sus palabras y sus conversaciones anteriores.

¡Joder!, esta maldita me dijo que trabajaba todo el día y por eso no tenía tiempo para nosotras. ¡Que cuernos debo tener!.

Decido responderle como que soy la puta de Alex. "Si, pero me recuerdas lo que hicimos la vez pasada". ¿Será que se se habrán acostado?, No quiero ni pensarlo, eso me dolería mucho incluso ya me siento mal.

Esto me dejó devastada, pero en el fondo me siento bien por que siempre soy yo la que cometía errores y por lo que veo ahora es ella.

A los pocos segundos recibo una repuesta para nada grata "¡QUE!, ¿Acaso no recuerdas el polvo que no pegamos la ves pasada?. Cuando gritabas mi nombre en un tono bastante sugerente.

¡MALDITA ZORRA!. Sea acostado con ese punto rubio y yo aquí rogándole por sexo, mientras ella se revolcaba en la cama con el otro. Pero esto no se quedará así.

No pienso quedarme con los brazos cruzados, mientras me traiciona con el punto rubio oxigenado. "Si claro, hoy a la hora que acordamos". Esta maldita conocerá el infierno.

Le borro los mensajes y le dejo con el que Nathe inicia la conversación.

¿Y ahora como la castigo?. Y si la amarro en una silla y la azotó sin piedad, o la amarro a la cama y le pongo una mordaza, mientras la hago mía pero sin dejar que acabe.

MI BEBÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora