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Eiji no es esa clase de personas que quieren matar a medio mundo por cualquier cosa. Es más como una clase de Blancanieves exótica de Japón, porque si, porque Eiji es la persona más tranquila y reconfortante que ha llegado a su vida, es más probable que quiera hacerse daño el mismo antes que hacerle daño a alguien mas. El escuchar aquellas palabras salir de la boca del nipón fue algo muy fuera de lugar.

- Explícate - pidió el rubio que no tenía ni la menor idea del porque de aquella petición, es cierto que el vejete del doctor es peor que un dolor de muelas, pero tampoco es como para querer matarlo ¿No? El solo hace su trabajo.

- Mientras estaba en coma, pude escucharlo hablar con alguien que no pude ver - era satanás seguramente, pensó el nipón - y dijo que quería tu alma porque tú lo invocaste hace años para protegerte, además dijo que no era humano

- Tal vez solo estás confundido por tanta medicina y morfina

- ¡No! Por favor creeme. Tenemos que matarlo para que estás cosas dejen de pasar - su mirada era de determinación. Determinación que invadió a Ash.

Si su amorcito decía que el doctor era el demonio y tenían que matarlo para poder tener sexo sin preocuparse, lo haría.

- Hagámoslo

- ¡Yeih! - celebro el nipón,

Así empezó al operación: Matemos al doctor.

Era más fácil mientras estuvieran en el hospital porque nadie sospecharía de ellos.

La primera cosa en la que pensaron fue en envenenarlo, pero nunca lo habían visto tomando café o algo parecido.
Se repartieron el trabajo. Eiji lo siguió sigilosamente hasta la sala de descanso y se escondió detrás de la pared, vio como el doctor tomaba una taza con el logo de una banda de rock satánico, se servía agua caliente de la tetera y sacaba un sobre de te verde.

Lotería.

— ¿Que haces tú aquí? — pregunto una enferma pelirroja que no sabía desde cuándo estaba detrás de el.

— ¡Oh! Ah... Este... Yo... Y-yo solo me perdí buscando el baño — en la mente del nipón apareció la frase de "Ya la cagué, ¿Verdad?"

— Eres el extranjero gay que rescataron de ser zoterrado junto a un rubio sexy, ¿No?

— Ammm... ¿Si? — ¿De que le servía saber todo eso?

— Ah bueno. Te llevaré a los baños

Después de una incómoda caminata hasta el baño acompañado de la enfermera, regreso con Ash a contarle su descubrimiento sobre el doctor.

Ahora es el turno de Aslan.

La parte del rubio consistía en encargar el veneno disfrazado en un sobre de te y luego ponerlo en el te del doctor.

Fue hasta las líneas públicas de teléfono que se encontraban en el hospital, que suerte que se había aprendido de memoria el número de su bestie — ¿Aló? Shorter, necesito que pongas veneno en un sobre de te

¿Para que o que?

— Solo hazlo

— ¡Ay, perdón patrón! Ya ni por favor dicen... — No tenía tiempo para escuchar refunfuñar a su mejor amigo de carcel y de barrio.

Regreso a la habitación apoyado de sus muletas. En el derrumbe varios escombro grandes cayeron sobre sus piernas dejándolas casi rotas.

Lo primero que vio al entrar a la habitación fue a Eiji apreciar la vista de la ventana.

Afloja El Hoyo [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora