— ¿Ustedes otra vez? — pregunto divertido el doctor.
— Cállate viejo, solo haz lo que tengas que hacer — era muy evidente su irritación.
— ¡Ash! — regaño Eiji por el comportamiento de mocoso malcriado.
— Cielos — suspiro aquel hombre de bata blanca — Afortunadamente tu cráneo es muy duro — no era lo único que tenía duro — y solo necesitarás algunas puntadas — continúo explicando.
— Me alegra que sea algo mínimo
— ¿Te parece mínimo que pasáramos de casi follar a estar en el hospital? — pensó el rubio.
Tal como dijo el doctor, le dieron 4 puntadas, un par de calmantes para el dolor y descanso.
Después de todo llegaron a casa otra vez.
Ash había estado callado todo este tiempo y eso era extraño en el. Eiji pensó que tal vez solo se sentía mal, así que pensó en algo para animar un poco.
— Ash te prepararé lo que quieras — dijo el peli negro entrando a la cocina mientras ponía su delantal.
— Entonces prepárate — su melena rubia cubría sus ojos dándole un aura sombría.
— ¿Que? no te entiendo, pregunté: ¿Que quieres de comer? —
— A ti
El rubio se abalanzó sobre peli negro callendo ambos al suelo. Al instante comenzaron a besarse con desesperación.
Tocaban sus cuerpos mutuamente, pero el que más exploraba el cuerpo del otro era Ash. Había tenido tantos sueños eróticos con aquel chico mayor, lo había visto tantas veces desnudo a escondidas, lo deseaba tanto que asta podría llegar al punto de una obsesión.
Cuando el quería algo simplemente lo tomaba sin importar que fuese una vida o una fruta y el sexo no era la excepción, pero con Eiji era diferente, porque ese angel nipones le había mostrado lo que sentirse amado significaba. Por lo tanto necesitaba la autorización de Okumura, porque el no era como cualquiera, pero ya estaba al límite, un punto dónde jalarsela ya no era suficiente para contenerse. Necesitaba hacerlo suyo.
Eiji estaba sumergido en la sensación húmeda de su boca con el de ojos jade. Besaba demasiado bien. Sentía como las manos del americano se colaban debajo de su camisa y empezaba a jugar con sus pezones con brusquedad. Tocaba demasiado bien. Las sensaciones combinadas lo estaban llevando al paraíso y no del Edén.
El pensamiento del pelinegro comenzaba a nublarse de cosas pervertidas. Por un momento en su mente cruzo la idea de estar arriba.
Se separó del rubio y con un movimiento torpe dió vuelta con el rubio para quedar encima.
Podía sentir la erección de su querido lince y por instinto comenzó a mover sus caderas para sentir mejor la hombría del menor con su trasero.
Pareciera que no, pero en realidad el pelinegro estaba muy nervioso y avergonzado, pues después de todo seguía siendo virgen y su experiencia en esos temas era nula. Se sentía inexperto y torpe, como un ratón a punto de ser devorado por un Lince canadiense que jugará con el un rato antes de engullirlo por completo.
Pero estar arriba no era tan malo, el panorama que le ofrecía el rubio estando abajo era la octava maravilla del mundo. Su cabello desparramado a los lados de su cara, esos ojos sumergidos en lujuria brillaban y la ropa desacomodada le daban un toque exótico y caliente, invitandote a pecar.
Sus instintos de camarógrafo se activaron y de pronto su calentura paso a estar en segundo plano, pasando a primero captar aquella hermosa imagen y que quede plasmada para siempre.
Pero ya saben, los momentos que se disfrutan de verdad son aquellos en los que no te queda una foto de recuerdo pero si queda la felicidad del momento en tu corazón cada vez que recuerdas.
Ojalá y Eiji hubiera elegido la felicidad antes que a su instinto.
Y ojalá y hubiese quitado el flash de la camara.
Saco su teléfono del bolsillo delantero de su pantalón.
El rubio le miro con curiosidad e irritación. Estaban en medio de algo más importante que ver la notificación de Instagram avisando que una persona cualquiera acaba de comenzar a seguirlo (no es que eso estuviera pasando realmente, pero era lo que el de ojos jade pensó). Aunque tratándose de su Onii-chan no cree que ese sea el caso ya que esté no es una de esas personas que pasa pendiente de sus redes sociales, "quizás es una emergencia" pensó como nueva posibilidad el rubio. Mas el americano estaba equivocado en todas sus teorías.
— ¿Que haces? — pregunto en un susurro apenas audible el menor.
— No te muevas — respondió el mayor.
Un click y el flash segador de la camara.
Otro click acompañado del flash.
Y después de ese otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro y otro.
Ya había perdido la cuenta de cuántas fotos le había tomado, pero no podía evitarlo. Su amante era hermoso.
Por el contrario estaba Ash quien estaba empezando a ser atormentado por sus propios recuerdos con cada "click y flash".
No. No. No. Nonononono.
Cayó.
Por un momento creyó que había vuelto al pasado y pudo ver con claridad a todos esos cerdos asquerosos que tanto daño le habían hecho aunque el gritara de dolor.
No, no otra vez. Está vez si los mataría.
Apretó su puño fuertemente y con todo el rencor del mundo se abalanzó sobre aquel "hombre" gordo que no dejaba de penetrarlo mientras tomaba foto tras foto con una sonrisa en el rostro.
Su alucinación era demasiado real.

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Afloja El Hoyo [TERMINADA]
FanficEiji es demasiado inocente para las marranadas que Ash quiere hacer con el