DULCE MIEL DE ABEJA

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                                CAPÍTULO 32




Piper



Sé que en algún momento, o punto de nuestras vidas, ella podría reclamarme todo lo que he hecho.

Pero debo intentar darle una salida a Alex, y no quedarme con la torturosa duda de:

¿Qué habría pasado si lo hubiera hecho?

Espero que al firmar estos papeles, ella pueda volver a su vida normal, nuestra vida normal.

Además, investigué su caso con otros tres doctores. El primero, me informó que ella ya no tenía remedio, mientras que el segundo, fue un cobarde.
"Lo siento señorita, no me arriesgaré a hacer esa cirugía de alto riesgo". Mientras que el tercero, no me dió ninguna solución factible. Así que mi confianza y esperanza, se reducen para el doctor que la a atendido desde el principio. Él se ve como un hombre profesional y con mucho conocimiento.

—Alex. — Cierro la puerta con cuidado y me acerco a ella igual que una niña, quien recibirá una buena noticia.— Hoy vas a cirugía, verás que saldremos de esta amor.. — Beso su labios y tomo su mano, con la esperanza de que la aprete.— ¿Estás lista?— Ella me da un suave apretón de vuelta, lo que me deja más feliz y tranquila.

Sé que los doctores dicen que son actos reflejos, pero para mí va mucho más allá de eso, porque también sé que en el fondo me escucha, pero que algo maligno está impidiendoselo. Como una jodida plaga que se esparce por su cerebro.

— Te estaré esperando ansiosa.— Doy un suave beso, en sus pálidas manos.— Solo quiero ver esos ojos esmeralda preciosos que tienes.– Tomo una de sus manos, dándoles un beso.– Recuerda que cuando están abiertos, iluminas todo a su camino. — Dejo un suave besito en su frente.

Me encantaría que le sucediera lo mismo que a la bella durmiente, y que por alguna mágica razón, ella despierte justo en el momento, en el que planto un dulce beso sobre sus labios.

La enfermera, que hasta el momento a cuidado de Alex, está de pie detrás de los pies de Alex, esperando con paciencia a que me despida de ella como es debido.

— No te quisiera dejar, "Mi bebé", pero los doctores deben prepararte.— Ella me da un ligero apretón en mi dedo índice. — Alex, nunca olvides que te amo.— Beso su mano y la quito con cuidado de la mía.— Te amo. — Recalco, y vuelvo a tomar posesión de sus labios, de forma lenta y con ternura. Debo aprovechar ésta última instancia, en el que al menos sé que su alma está presente de alguna forma. Necesito sentirla y creo que ella también.

Miro a la enfermera, quien me devuelve una leve sonrisa.

— Por favor, haga todo lo posible para salvarla.– Le imploro, con la esperanza de que ella no se rinda.– Por favor.– Suplico, mientras que unas pequeñas lágrimas se asoman por mis ojos.

Ella asiente suavemente, a la vez que responde:

— Estoy segura de que haremos lo posible junto al doctor.– Cierra uno de sus ojos, dándome una sonrisa tranquilizadora.

Sale de la sala junto con la camilla, las sigo por el pasillo, mientras que mi mano, descansa sobre la mano de Alex.

Pasamos un par de salas, dónde múltiples personas están en el mismo estado de Alex, o peor aún. Un niño, dentro de una sala llama mi atención, tiene múltiples quemaduras visibles en su cuerpo, mientras que dos enfermeras, cambian los vendajes de sus heridas.

Suelto un par de lágrimas por inercia. Este lugar solo atrae al sufrimiento y a la muerte.

Nos detenemos frente a dos puertas las cuales se abren, lo cuál detecto es el pabellón de operaciones.

MI BEBÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora