нυevoѕ para el deѕayυno [ SasuSakuNaru]

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Para los que preguntan porqué el titulo del fic... fue por el desayuno que se aventó Sakura en el capitulo pasado. Naah! Mentiras, bueno sí, pero no.

xSouh

Huevos para el Desayuno

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La vida de una mujer embarazada apestaba.

Y no, no era por las nauseas matutinas de los primeros meses, que había logrado evitar con vasos de limonada cada mañana, su control de chakra no se vio afectado tampoco, aun podía seguir realizando cirugías de horas de duración, pero al parecer el Hokage -Maldito Kakashi Bastardo, como lo llamaba ahora Sakura- creía que en su estado -tres meses de embarazo- no podía ir a una maldita misión.

¡Naruto y Sasuke irían a otro país!

Y ella, con una barriga apenas abultada, tenía que quedarse en la aldea para que no le pasara nada malo.

―¡Los odio! ¡A los tres! ―le aseguró a Ino, sentada en una de las sillas de una nueva cafetería mientras devoraba la malteada que contenía mas de cinco tipos distintos de azucares.

―Sabes que no los odias. ― contestó la rubia, tratando de elegir cuál de los dos tés helados que pidió era el mejor. ―Al contrario, lo que te molesta es que tienes las hormonas al mil y no tienes con quien desahogarte.

La burla no alegró nada a Sakura, al contrario, se dejó caer en el respaldo de la silla, sintiéndose como una niña pequeña que acaba de ser descubierta en una travesura, aunque eso no le quitaba la frustración.

―Sigo odiando a Kakashi. ―sorbió su bebida, inflando las mejillas de una forma bastante infantil.

―Regresan en dos semanas, seguro puedes resolver tu problema, tu sola, ya sabes... con tus propias manos...

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― ¡Shh! ―trató de silenciar a Naruto cuando entraron al departamento que compartían, la ultima semana fue una carrera rápida de regreso a Konoha, ninguno quería perderse nada del embarazo de Sakura, y si tenían que agotar los músculos de sus piernas para estar al lado de la pelirosa más tiempo, ellos lo harían con gusto.

―No estoy haciendo ruido, tu eres el que estrelló la puerta de la entrada. ―se defendió el rubio, dejando su mochila de viaje en la pequeña mesa frente al televisor.

― ¡Guarda silencio! ―volvió a pedir el pelinegro, sin saber porqué lo hacia, conociendo a Naruto como lo conocía, eso era una batalla perdida.

―¿Ya están aquí? ―los interrumpió una voz, la pregunta fue tonta, aunque ninguno de los dos tuvo tiempo de exponer su punto, llevaban casi un mes fuera de la aldea sin verla, y aun con el cabello revuelto, descalsa y solo vestida con la camisa del pijama de Naruto, se veía... brillante.

―Tu panza... Sakura... Tu panza ya esta boludita... ― exclamó el Uzumaki, señalando la pequeña curva que se empezaba a formar en el vientre de la pelirosa.

―Y seguirá creciendo, Naruto. ― sonrió la chica al sentir la oreja del rubio pegada a su abdomen, como si esperara escuchar algo dentro.

―Te trajimos algo. ―le hizo saber el Uchiha, entregándole una pequeña caja de color negro.

―¡No seas idiota, Sasuke! ― lo regañó el otro hombre, queriendo quitarle de las manos el obsequio a Sakura, pero no lo consiguió. ― El señor nos dijo que te tenias que poner en una rodilla y pedirle que fuera nuestra esposa, ¡no solo darle el anillo y ya!

―¿Qué? ― exclamó la Haruno, sin entender de que rayos hablaban sus dos chicos.

―Hmnp...

―En el país que fuimos hay una tradición, Sakura. ―comenzó a explicar el ojiazul. ―cuando un hombre quiere que una mujer se case con él, compra un anillo con una piedra hermosa, se hinca ante ella y le pregunta si quiere ser su esposa. Pero al parecer Sasuke es demasiado Uchiha para hacerlo de la forma correcta.

―Hmnp... dobe.

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Esta es mi versión SasuSakuNaru de Retsuden.