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xSouh

Huevos para el desayuno

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Sakura aún estaba enojada con Naruto y Sasuke sobre el incidente del desayuno, su cara se volvía roja cada que lo recordaba y no entendía por qué. Es decir, ¡Ella veía decenas de hombres desnudos todos los días! Okay, quizá plantearlo de esa manera no era lo más acertado, pero el punto estaba ahí.

―Con este seguro lo vuelves loco. ―

― ¿No crees que el rojo es muy atrevido? Además, su color favorito es el verde, y éste de aquí también esta increíble.

―si quieres usar uno verde, mejor que sea el de la página catorce, ese si es un buen juego de lencería.

La curiosidad y vergüenza atacó de nuevo a Sakura, el día parecía estar muy calmado, ningún equipo gennin terminó lesionado, los chunnin se cuidaban bien y los jounnin estaban fuera de peligro, lo que dejó la sala de urgencias con un día monótono.

―¿Tiene fiebre, Sakura-san? ―le preguntó una de las enfermeras que iba llegando para el turno.

―Estoy bien. ―aseguró la pelirosa, pero eso solo logró llamar la atención de Ino, que hasta ese momento se había mantenido ayudando a otra compañera a conquistar a su shinobi favorito.

―Pero si ojalá tuviera fiebre. Seguro solo esta pensando en cosas que no debe pensar. ―se burló Ino, acercándose a su amiga.

―¡Eres una cerda!

―Entonces... ¿Ya te decidiste? ¿Sasuke o Naruto?

―Ino, que tu solo...

―tks... tks... tks... ― chasqueó los dientes la rubia, haciendo más grande la burla. ― ¿Sabes lo que dicen por ahí sobre Hinata? Hyuuga-sama esta muy decidido a apoyar una relación entre su hija mayor y el aprendiz a Hokage, Sakura...

La Haruno sintió la mirada de la otra kunoichi sobre ella, buscando escuchar que era lo que Ino Yamanaka le había dicho al oído a Sakura.

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Naruto iba enojado de regreso a casa, Tsunade y Kakashi se estaban aprovechando de él para que se encargara de todo el papeleo y asuntos aburridos en la oficina del hokage mientras ellos leían libros pervertidos y tomaban sake, riéndose a su costa.

Sabía que Sasuke tampoco estaba muy feliz y no le estaba yendo precisamente como miel sobre hojuelas. Lo habían mandado a ANBU donde la mayoría de las misiones eran en solitario -lo cual era bueno para él- pero eran una mierda.

― ¿pésimo día? ―preguntó Naruto, había sentido la presencia de su ex compañero desde hace varios minutos, pero apenas se dignaba a caminar a su lado.

―Hmnp...

―Sasuke... ― habló, ya faltaban solo dos bloques para llegar hasta el edificio donde vivían y sentía que necesitaba hablarlo con el primero. ― ¿crees que funcione?

―¿Qué cosa? ― regresó la pregunta, más por no tener una respuesta lista en ese momento que por no saber que quería decir el Uzumaki. Caminaron una cuadra más y el rubio no le dijo nada así que se detuvo, sabiendo que Naruto necesitaba escucharlo. ― ¿Te preocupan los aldeanos?

La intensidad con la que lo miraba el único ojo visible del Uchiha le dio escalofríos, lo estaba retando a decirle que lo que sea que ellos tres tuvieran era más importante que lo que pensaran un grupo de personas que toda su vida solo lo atacaron.

―Tu y Sakura-chan son mi familia.

―Tu y Sakura son mi familia. ―repitió Sasuke, estando de acuerdo en eso.

Porque se necesitaban y la necesitaban.

Porque Sasuke y Naruto solos eran como el ying y yang, pero separados en un espacio infinito, Sakura lo unía.

Porque Naruto y Sakura solos eran energía pura, capaz de hacer el mundo entero arder o brillar, pero les hacia falta una calma, un descanso antes de que se quemaran.

Porque Sasuke y Sakura solos eran demasiado densos, analíticos en busca de probar que ya no eran como antes, tanto que se podían perder en un mundo tan grande.

No hicieron falta más palabras para que las dudas se fueran. Hicieron el resto del camino al edificio brincando entre los tejados hasta llegar a la puerta. La luz estaba encendida, alguien estaba dentro, alguien que le daría la bienvenida.

―Tadaima... ― dijeron los dos al mismo tiempo, volteando al otro lado para evitar mostrar la vergüenza que sentían al verse descubiertos.

―Okaerinasai. ―

Los dos hombres fueron directo a la cocina, buscando a la tercera integrante del equipo.

Sakura estaba de espaldas a ellos, con su cabello rosa suelto, había crecido un par de centímetros después de la guerra, pero eso no fue lo que desencajó las mandíbulas de los dos chicos.

Quizá fue la línea que cruzaba la piel blanca y desnuda de Sakura, los dos hoyuelos que se marcaban en su espalda baja, o los calzoncillos tintos que llevaba justo abajo del nudo del mandil negro que utilizaban para cocinar.

―¿Sa-Sakura-chan?

―hmnp...

нυevoѕ para el deѕayυno [ SasuSakuNaru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora