La gran feria.

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Al llegar a la casa de su abuela, Juliette vio las caras de amargura de su tía Alondra, al parecer se había divorciado de otro más de sus esposos, se había casado tres veces, los tres niños que tenía habían sido de tres hombres diferentes. Juliette le sonrió hipócrita y camino hacia su abuela Margot.

—Hola abuela— Saludo Margot de beso en la mejilla.

—¿Cómo has estado Jul?— Juliette odiaba que llamaran así y Margot lo sabía.

—Muy bien abuela ¿Y usted?

—Igual de bien— Le sonrió y Volteo con a ver a Margaret —. La comida está en la mesa, nosotros ya comimos.

—Si, gracias mama— La casa de Margot era enorme, por ahora ella, Alondra y sus tres hijos estaban ahí y seguía enorme, Juliette se preguntaba cómo se sentiría su abuela cuando Alondra no estaba aquí, la casa simplemente parecía de terror, eran siete habitaciones más aparte el cine, el cuarto de juegos, la cocina, el comedor era enorme, la sala de estar, el patio trasero no se diga, hasta tenía una piscina, que por el momento era una pista de patinaje, el abuelo de Juliette tenía una fortuna, el murió hace unos dos años, Juliette y Margaret lo amaban, el era el único quien se preocupaba por ella, es por eso que todos los años vienen, por que su abuelo nunca quiso que la familia estuviera separada, hizo esa casa para que vivieran todos juntos, desafortunadamente Margot hizo que Margaret no quisiera estar ahí.

Margaret, Martín, Erick y Juliette se sentaron en aquella mesa de 12 sillas a comer, las empleadas de Margot las atendieron y les sirvieron su comida, comieron lo más lento posible, no querían estar en la sala. Esperaron a Juliette que acabará y fueron todos juntos a la sala, ahí estaban sus dos sobrinos grandes con el aparato que le habían regalado en navidad, su tía con la bebé en brazos que lloraba por tener hambre y su abuela tejiendo una bufanda, Erick se sentó junto a los dos niños más chiflados de este mundo y se puso a ver su celular igual que ellos, había un sillón solo y ahí se sentaron Juliette, Margaret y Martín, era el silencio más incómodo del mundo así que Juliette también saco su teléfono y se puso a verlo.

—¿Escuchaste que en tu pueblo habrá una feria?— Al escuchar eso Juliette apagó su celular y volteo a mirar a su abuela que ella seguía tejiendo.

—No, no lo había escuchado mamá.

—Sera cuando entren a la escuela, faltan dos semanas.

—Es lo mejor que he escuchado abuela.

—Espero que no estés ahí todo el día Juliette— Hablo Alondra preparando la teta de su bebé y ella, la bebé no dejaba de llorar.

—¡Ya dale esa maldita teta Alondra! ¡Me fastidia!— Hablo su abuela en voz alta.

—¡Yo no tengo la culpa que sea una maldita llorona!

—No tienes por qué hablar así de la niña— Dijo Margaret tranquila.

—Tu no te metas, no es tu hija.

—¡Tu ya tuviste a una inútil!— Grito Margot viendo a Juliette, al escuchar eso Juliette se paró de su asiento y se acercó a su abuela.

—Espera Juliette— Le tomo la mano su mamá pero ella se safo.

—Ay querida abuela, no hablemos de tener una hija idiota e inútil... A y por cierto ¡Perra! No recuerdo que su hija, mi queridísima tía Alondra haya durado con más de uno por tres años, que no pueda criar bien a sus hijos... A y que no sepa hacer nada por qué sus pobres sirvientes le hacen todo, yo no tengo la culpa de que usted sea una mala madre y que haya decepcionado a mi abuelo, por qué usted Margot, usted no es más que alguien que le tenga tanto odio a mi madre por haber hecho lo correcto con su familia.

—Abuela— hablo Erick de atrás —… Es la última vez que llama así de mi hermana, por qué a la próxima se me va perder el respeto que le tengo a usted.

—Vamonos de aquí, Margaret, fue un grave error venir— Dijo Martín.

(...)

—¡Estas loca Juliette!— Grito Margaret en el auto.

—Mamá, no iba a dejar que me hablara así.

—Lo se hija, pero es tu abuela.

—No por ser mi abuela tiene derecho de hablarme así mamá.

—Ahora estará enojada con nosotros para siempre.

—Mamá, es mejor que estén enojadas, así no vamos a ir el año que viene.

—Tiene razón Margaret— Respondió Martín.

Lo que resta del camino fue más que silencio, nadie sabía de qué hablar, es mejor que se quedarán callados, no querían tener otra discusión, no en épocas cómo estás, al llegar a su casa, todos fueron a su habitación, esa tarde no cenaron.

La siguiente semana no hicieron nada más que ver todos los anuncios sobre la gran primera feria del pueblo, a Juliette le encantaba ver eso, iba a ver rueda de la fortuna, montañas rusas y muchas cosas más, estaba tan emocionada, quería subirse a cada uno de los juegos que hay en esa feria, sus padres estaban emocionados, pero no como ella, Erick no sabían si estaba emocionado o no, no lo mostraba, solo estaba con el celular, pero Juliette siempre le agradecía por lo que había hecho con su abuela, no podía creer que había dejado su celular solo para defenderla, ni siquiera lo dejo cuando saco excelente calificación en la escuela. La escuela comenzaría en una semana, igual que la feria.

(…)

Thomas no se había quedado con su amigo estos días, afortunadamente las cosas con su padre estaban tranquilas, Thomas trataba de evitarlo todos los días, al parecer estaba funcionando, hoy estaba recostado en su cama, sus patines de hielo a un lado, estaba esperando a Jack para ir al "Lago pequeño, charco grande" se verían afuera de su casa a las 2 PM, eran apenas la una y media así que se puso de pie y fue a ver a su ventana, estaba de suficiente humor para ver a los demás y burlarse de ellos, pero lo único que escuchaba era de la feria, estaba emocionado, era la primera feria, pero se estaba cansando un poco de ella.

—¡Thomas!— Grito su papá desde la planta de abajo, el suspiro y bajo.

—¿Que pasa papá?

—Tengo que hablarte de algo.

—¿Hice algo?— Preguntó sentándose en la mesa.

—Afortunadamente no, yo sí, me parecía que era la mejor opción.

—¿Cuál opción?— pregunto algo confundido.

—Decidi que este año empezarás en la escuela de Nimampoly.

—¿Estás hablando enserio?

—Es enserio y ahora no quiero discutir Thomas.

—Papá mi único amigo está en Zech, papá me vas a separar de el.

—Me importa una mierda, es por tu bien.

—¡Eres una mierda!— Grito Thomas haciendo que su padre se quedará sorprendido.

—¿¡Como me has dicho!?

—Como lo escuchaste papá, me haces la vida imposible... ¡Eres una mierda!— al escuchar eso el padre de Thomas le dio un puñetazo en la cara haciendo que el cayera al piso, el papá de Thomas lo empezó a patear haciendo que Thomas se revolviera de dolor. —¡Basta basta!— gritaba Thomas pero su padre no paraba.

—¡Eso te pasa por Faltarle el respeto a tu padre!— después de un minuto o dos el paro dejando a Thomas en el piso llorando del dolor, su nariz sangraba.

Después de 15 minutos Thomas se paró del suelo y camino como pudo a su habitación, se recostó en la cama, no pudo llorar de coraje, el dolor no lo dejaba.

Sanar Lo Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora