¡No me hagas más daño!

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La semana había estado de lo mejor, tanto para Juliette, como para Thomas. Era domingo, frío día de febrero, las calles pintadas de blanco como los últimos meses, Thomas estaba riendo viendo por la ventana a un par de mujeres que se peleaban por una blusa naranja, muy horrible para su opinión, las cosas con su padre han estado bien, dentro lo que cabe, no a sido golpeado, bueno hasta ahora. Su padre no había llegado en toda la noche, el suponía que estaba borracho en la cantina y era así, la cantina parecía más su casa, que su propia casa.

—¡Thomas! ¡Thomas!— Escucho a su padre entrar y dar un portazo —Ven acá maldito idiota— Thomas paso saliva y el estaba muy asustado.

—¿Que es lo que pasa?— Le pregunto a su papá cuando ya estaban en la parte de abajo.

—¿¡Por qué no vienes cuando te hablo por primera vez!?

—Ya estaba bajando papá.

—Eres un maldito hijo de puta, te he dicho miles de veces que no me contestes de esa forma, maldito grosero.

—No te he contestado de mala forma.

—Te he dicho que te calles.— En ese momento Thomas vio todo negro, un puñetazo en su ojo le dio su padre.

—¡Ya papá! ¡Perdón! ¡No me hagas más daño!

—Vete a tu puto cuarto, y no salgas.— Thomas se levantó del suelo y se fue a su cuarto, el se aventó a su cama y se puso a llorar, estaba devastado, se sentía como una verdadera basura.

(...)

Juliette estaba sentada en su escritorio haciendo tres pulseras iguales, para Thomas, Glara y ella, estaba tan feliz de por fin conseguir amigos, después de hacer las pulseras más bonitas que había hecho, ella se fue a acostar de nuevo a su cama, quería ya que fuera mañana para por fin darles aquellas pulseras. Ella hizo lo posible por dormirse lo más pronto posible, digamos que una hora después de que se fue a acostar ella se quedó por fin dormida de la emoción que tenía por aquellas pulseras, que hasta el momento había sido su mejor trabajo.

Al día siguiente ella se despertó, se metió a duchar y salió con un pantalón negro desgastado, una chaqueta enorme negra y sus tenis de regalo de navidad, ella quería ser igual de cool que sus amigos, ella se puso un gran y elaborado delineador negro, exagerada máscara de pestañas y salió de ahí. Al llegar a la escuela ella vio a Thomas de espalda a su casillero, ella sonrió y camino hacia el.

—He hecho más pulseras— Dijo sacándolas de su mochila, y al voltear vio el ojo morado de Thomas. —. ¿Que te a pasado?— Le pregunto intentando agarrar suavemente, pero Thomas se quitó con brusquedad.

—No es nada.— La fría voz de Thomas resonaron en los oídos de Juliette.

—¿Te a hecho daño de nuevo?— Hablo Juliette preocupada.

—¡No me a hecho nada!— azoto la puerta de su casillero, haciendo que Juliette se espantara y que los demás lo voltearan a mirar, el no hizo caso a ninguna mirada, en realidad el no estaba poniendo atención a nada, la furia lo cegaba. Se fue a su salón, Juliette se quedó todavía ahí asustada, al ver qué Thomas se alejo lo suficiente ella camino entrando a aquel salón, vio donde Thomas se sentó y ella fue a tomar asiento delante de el.

—¿Seguro que estás bien?— Volvió a preguntar Juliette, lo cual fue una muy mala idea.

—¡Joder Juliette! ¿¡Quién te crees que eres para meterte en mi vida!?

—Tu amiga— Dijo Juliette en casi un susurro. Thomas río y la volteo a ver.

—Juliette, apenas llevamos una semana y media de hablarnos, no somos amigos.— Juliette lo miro con cierto enojó y tristeza.

—Pero he hecho más pulseras para los tres— Dijo mostrándole la pulsera, Thomas se la arrebato de las manos y la rompió, al ver eso Juliette, se puso de pie y salió de ahí, había hecho esa pulsera con tanta delicadeza, había hecho su mejor trabajo, Glara estaba en la entrada de el salón cuando vio que Thomas le rompió la pulsera y cuando Juliette salió corriendo Glara le dijo a Thomas:

—Jodete Thomas— Glara salió casi corriendo detrás de Juliette, ella fue a la banca de atrás de la escuela.

—¿Que es lo que pasó?— Indago Glara a Juliette, tomando asiento a su lado.

—Yo, yo solo me preocupe por su golpe, es mi amigo... Bueno o eso creía— Hablo Juliette —. Se supone que los amigos se preocupan por ti, trate de hacerlo, al parecer no funcionó.

—Juliette— Suspiro Glara. —... Ese chico tiene el hipocampo lleno de traumas, es muy difícil tratar con esas personas.

—Lo se, pero lo quiero ayudar— declaro Juliette aspirando su nariz.

—Jul... Nadie puede sanar lo roto— Dijo Glara sacando un pañuelo de su mochila y se lo entrego a Juliette.

—No me llames Jul— Ella río —. Odio ese apodo— Volvió a ponerse sería. —. Veras que yo lo sanare, seré la mejor amiga de la historia.

—Bueno— Sonrió Glara. —, Nada pasa con intentarlo.

La primera hora no se presentaron hasta que a Juliette, se le pasara los sentimientos malos, el maestro les dio permiso de que se quedarán afuera, así que lo hicieron, las siguiente hora ellas dos entraron sin voltear a mirar a Thomas, Glara quedo con Juliette en no hablarle a Thomas hasta que el le hablara, digamos que lo que Juliette tenía es que era muy orgullosa, Thomas no lo era, así que no paso ni la hora del receso cuando Thomas se le acercó a Juliette.

—Ahora te veo Juliette— Le dijo Glara y se puso de pie, para que los dos chicos pudieran hablar a solas.

—Perdon por lo de hace rato, es solo que no quería hablar de ese tema.

—Bueno, Thomas eso me lo hubieras dicho, y con todo gusto hubiera dejado de hablar de ese tema.

—Mi padre y yo discutimos ayer por la noche.

—Estem... ¿Quieres ir a mi casa está tarde?— Hablo voltenadolo a ver. —No creo que quieras estar con tu padre— Thomas sonrió.

—Si no está Glara iré.

—¿Te cae mal?— Le pregunto Juliette poniéndose de pie.

—Creo, un poco— Le contesto.

—Vamos, nos está esperando— Los dos chicos salieron y fueron a sentarse con Glara.

—¿Ya estás mejor?— Le preguntó cuando llegaron a su lugar.

—Yo si ¿Tu estás mejor?— Le contesto de mala forma. Juliette solo sonrió y le pego un codazo a Thomas.

—Es triste que la feria ya no este— Hablo Juliette para acabar con la tención que se sentía.

—Si, me la pasé bien aquella vez que fuimos con tu hermano… saldré hoy con el.

—¿Con mi hermano? ¿Por qué no me dijeron nada?

—Crei que no era importante— Dijo comiendo de su lonche.

—Joder… mis papas.— Dijo Juliette al ver qué no tenía nada en sus manos para comer.

—Ahora vuelvo, yo voy por ellas.— Contesto Thomas.

—Si, ahora te doy el dinero.

—No, yo las comprare.

—No, yo las compro.— Respondió Juliette, pero era ya muy tarde, Thomas había salido de ahí, para comprar ya sus papas.

Sanar Lo Roto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora