Chapitre treize

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Al día siguiente, el ascensor me dejó en mi piso a eso de las diecinueve y media en punto. Sujeté las cuerdas de mi mochila en mis hombros y salí del elevador trotando por el pasillo cuando vi la figura de Hyolin apoyada sobre mi puerta de entrada, sollozando. Una vez que llegué hasta ella, me di cuenta que sujetaba un papel en las manos y se aferraba de su cartera en el pecho como si su vida dependiera de ello. Me asusté cuando levantó su cabeza y su cabello rubio cayó en ondas sobre su frente, su maquillaje corrido, ojos hinchados y mirada triste.

—Minnie —gimoteó ella tirándose sobre mí y abrazándome mientras comenzó a llorar en mi hombro. Pronto, la abracé rodeándola con mis brazos sobre su espalda.

—Hyolin —murmuré cuando llevé una mano a su cabeza y acaricié su cabello rubio—. ¿Qué pasa?

Mí corazón comenzó a latir desenfrenadamente en mi pecho y la preocupación no me estaba dejando respirar bien. Tragué en seco cuando apenas pude ver el nombre del hospital que yo conocía de memoria en la hoja y mis ojos comenzaron a aguarse sabiendo para donde estaba yendo todo esto. No, no estaba preparado para verla sufrir una vez más, tendida sobre una cama y ver su vida como un pequeño hilo que en cualquier momento se podría cortar.

—Hyo, no me digas que-

—Estoy embarazada.

Abrí mis ojos perplejo tratando de asimilar las dos palabras que me habían dejado en un completo shock y cuando la respiración comenzó a faltarme, me separé de ella y la miré directamente a los ojos.

—¿Qué? —ella sollozó asintiendo con la cabeza y mostrándome el papel, el cual lo sostuve y leí miles de veces la palabra "positivo" en la prueba de embarazo—. Dios, Hyolin —susurré acabado y le entregué el certificado llevando ambas de mis manos a la cara—. Se suponía que-

—¡Lo sé! —exclamó en llantos interrumpiéndome y negué rápidamente mientras introducía el código de acceso en mi puerta y la abría para meternos dentro de mi hogar. Una vez que ambos estuvimos en la sala, ella se sentó y corrí a la cocina en busca de agua, ofreciéndole una vez que llegué y ella tomó a gusto, entre jadeos por el sollozo—. Fallaron, los anticonceptivos fallaron y no sé en que momento... demonios —musitó dejando el vaso en la mesa ratonera y llevando ambas manos a su rostro. Me senté a su lado y la abracé, llevando su cabeza a mi pecho y acariciándola en el cabello—. Y no sé como mirar a mis padres para decirles esto, porque estarán muy enfadados conmigo —lloró—. Estoy sola en esto, Minnie. No sé qué hacer.

—No estás sola —le dije—. Me tienes a mí y el padre de esa criatura se tiene que hacer cargo, si es que decides tenerlo y-

—No —negó varias veces—. No hay padre, no hay nada —me interrumpió.

Enfadado, dejé de abrazarla y sujeté su rostro con ambas de mis manos cuando ella volvió a romperse, sabiendo a que se estaba refiriendo con todo esto.

—¡Ese hijo de puta!

—Moon escapó, voló a Hong Kong en cuanto se lo dije y no quiere saber nada, no quiere verme nunca más en su vida —soltó—. Esto lo sé desde el viernes, hablé con él ese día y desapareció —lloró—. Me bloqueó y me eliminó de todos lados. Y no pude hacer nada más que ir a la casa de sus padres para decirles todo esto y la basura de hijo que tienen, pero ellos son iguales a él.

Hyolin tragó saliva y limpió sus lágrimas.

—¿Qué te dijeron? —pregunté, apretando mi mandíbula demasiado furioso.

—Me dijeron que me olvide de Moon porque su hijo no puede tener un bebé con una secretaria cualquiera como yo —volvió a romperse y fruncí mis cejas—. Que su hijo ya estaba comprometido con la hija de no sé quién, y que yo no podía tener al bebé, así que quisieron darme dinero para realizarme un aborto en el hospital, pero negué —murmuró—. Básicamente, no quieren arruinar la imagen de Moon en la empresa.

Samedi • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora