Chapitre onze

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La noche del sábado llegó y con ello trajo miles de actividades por hacer, también una sorpresa que no tenía para nada prevista.

La miré arreglarse en el espejo que estaba en la sala de estar y cuando terminó de acomodar su chaqueta de cuero negro y tachas grises, le guiñó un ojo a su reflejo coqueta y sujetó el lápiz labial negro que había estado usando para colocarlo dentro de la pequeña mochila oscura que tenía entre sus brazos.

Hyolin había venido hacía una hora atrás a mi departamento, pidiéndome por favor que si podía terminar de maquillarse y hacer tiempo porque había quedado con —su ahora pareja— Moon, para verse en un concierto de metal que estaban dando en el centro de la ciudad. Aproveché todo el tiempo que ella estuvo aquí para contarle lo sucedido con Jungkook debido a sus cambios de humores —ignorando la parte en la que me gustaba— y contándole que él se sentía arrepentido por haberle faltado el respeto a ella las veces pasadas. La rubia había escuchado atenta, diciéndome que todavía no le simpatizaba y recordándome que tuviera cuidado con él. Aunque la última parte lo vi innecesario, Jungkook no era una mala persona.

—Así que él ahora vendrá aquí para pasar la noche en una pijamada de amigos, por así decirlo —me dijo Hyolin dirigiéndose hasta la salida. Me afirmé en la pared y acomodé mis gafas mirándola atenta, recordando el mensaje que había recibido de Jungkook el día de ayer diciéndome sobre esta idea. Me sonrojé.

—Sí —le contesté y sonreí nervioso. No sabía cómo iba a pasar la noche sabiendo que Jungkook estaría durmiendo en mi departamento y respirando el mismo aire que yo.

—Ten cuidado.

—Ya basta —le dije cansado.

—Bueno, en fin. Muchas gracias Minnie por dejar que terminara de arreglarme aquí.

—¿No te olvidas de nada? —le pregunté.

Ella negó abriendo la puerta y soltando una risa, pero aquella se esfumó cuando Jungkook apareció detrás de la abertura con la cara larga y la boca abierta. Vestía un suéter color marrón largo, un piluso negro en su cabeza al igual que sus pantalones cargos y zapatillas con plataformas blancas, la mochila de universitario en su espalda.

—Ah, bueno —soltó Hyolin un poco brusca e inmediatamente me acerqué hasta ellos.

—Ey, Jungkook —lo saludé en una sonrisa, lo que él me miró asintiendo con la cabeza y haciendo una mueca nerviosa por la presencia de Hyolin—. Te estaba esperando.

—Yo...—dijo volviendo su mirada a la rubia de mi amiga—. Aprovecharé esta oportunidad de volver a verte para disculparme contigo por lo grosero que fui —haciendo una pequeña reverencia, se disculpó con Hyolin y sonreí a gusto por su gesto.

—Jimin me estuvo hablando de lo que sucedió —respondió Hyolin apoyándose contra el marco de la puerta mientras continuaba masticando su goma de mascar y cruzó los brazos sobre su pecho—. Te disculpo, Jungkook.

Tras escuchar aquello, mi amigo levantó su cabeza sorprendido y parpadeó varias veces. Me reí por su expresión tan tierna e inocente.

—Muchas gracias, Hyo... Hyo —se quedó trabado tratando de recordar su nombre.

—Es Hyolin —bufó la rubia poniendo los ojos en blanco, caminó atravesando la puerta colocándose al lado de Jungkook y mirándolo, atenta—. Sólo te voy a pedir que tengas mucho cuidado con las cosas que le hagas a Minnie y que te estaré vigilando siempre. ¿Sí? —señaló sus ojos y luego al castaño.

—Sí —respondió aquel rápidamente, a lo que yo solamente solté un suspiro cansado por la sobreprotección de la rubia hacia mi persona.

—Bien, me retiro —mencionó caminando hasta el elevador—. Que tengan una bonita noche, adiós.

Samedi • JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora